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TODA ESPECULACIÓN LA DESECHÁIS EN EL MOMENTO EN QUE TENÉIS UNA EXPERIENCIA DIRECTA

 

   “… No es lo eterno, si está dentro del cautiverio del tiempo; y tan pronto la mente piensa en lo eterno, ello está en el cautiverio del tiempo y por tanto no es lo real. De suerte que cuando percibáis todo este proceso de identificación, cuando veáis cómo el pensamiento da continuidad a las cosas para estar en seguridad; cómo el pensador se separa del pensamiento y de ese modo adquiere seguridad, cuando veáis todo ese proceso del tiempo y lo comprendáis, no sólo verbalmente sino profundamente, cuando lo sintáis y lo experimentéis íntimamente, entonces descubriréis que ya no pensáis en lo atemporal. Entonces la mente está quieta, no sólo superficial sino profundamente, entonces llega a estar tranquila, es tranquila. Entonces hay una experiencia directa de aquello que es inconmensurable. Pero el mero hecho de especular sobre lo que es atemporal es una pérdida de tiempo. Podríais lo mismo jugar al póker. Toda especulación la desecháis en el momento en que tenéis una experiencia directa. Y eso es lo que estamos dilucidando, cómo tener esa experiencia directa sin intervención de la mente.

   … En primer lugar, no podemos discutir qué es lo “atemporal”. Una mente que es el producto del tiempo no puede pensar en algo que es atemporal. Porque mi mente, vuestra mente, después de todo, es un resultado del pasado, el cual es tiempo. Y con ese instrumento tratamos de pensar en algo que no es del tiempo; y eso, ciertamente, no es posible. Podemos especular, escribir libros al respecto, podemos imaginárnoslo, hacer con ello toda clase de tretas; pero eso no será lo real. Así pues, no especulemos al respecto. No hablemos siquiera de eso. Especular sobre qué es el estado atemporal resulta absolutamente inútil, carece de sentido. Pero podemos hacer otra cosa, descubrir cómo libertar la mente de su propio pasado, de su propia autoproyección; podemos descubrir qué es lo que le da continuidad, una serie de acontecimientos como medio de progreso, como medio de comprensión, o lo que os plazca.

   … Antes, o tal vez en el proceso de comprender esta cosa extraordinaria llamada muerte, tendremos que comprender también el significado del tiempo, que es otro gran factor en nuestras vidas. El pensamiento crea el tiempo y el tiempo gobierna y moldea nuestro pensamiento. Uso la palabra “tiempo”, no sólo en el sentido cronológico de ayer, hoy y mañana, sino también en el sentido psicológico, el tiempo inventado por el pensamiento como medio de llegar, de lograr, de posponer. Ambos son factores en nuestras vidas, ¿no es así? Tiene uno que darse cuenta del tiempo cronológico, de lo contrario, vosotros y yo no podríamos encontrarnos aquí a las once en punto. El tiempo cronológico es evidentemente necesario en los eventos de nuestra vida. Esa es una cuestión sencilla y clara que no es necesario profundizar. Así, lo que tenemos que explorar, discutir y comprender es todo el proceso psicológico que llamamos tiempo. 

   … Mirad, sois un inglés, un italiano, un francés, un hindú, o lo que sea, y con ello van todas las actitudes hacia la vida que condicionan, que separan, que dividen. Y este condicionamiento se ha producido a través del tiempo, por la educación, la propaganda; durante dos mil años la iglesia os ha adoctrinado para que seáis cristianos. Y este condicionamiento de la religión, del nacionalismo, de la separatividad, tiene evidentemente que ser destruido por completo, porque todas esas cosas son fronteras, limitaciones de la mente. ¿Y es cuestión de tiempo la destrucción de todo esto?

   … Tanto que el cerebro haya sido condicionado por los comunistas, como por los católicos, los protestantes, los anglicanos o por cualquier otra secta, es lo mismo. Y es realmente una cuestión muy importante y vital considerar si es siquiera posible ir más allá de la conciencia limitada, condicionada; si la mente puede jamás ser libre, en el más hondo sentido de la palabra. Hay quienes dicen que la mente, como es resultado del tiempo y del ambiente, tiene que seguir siendo siempre esclava de esas influencias; pero nosotros estamos preguntando si es posible ir más allá de la mente, más allá del tiempo.

   … Es la mente, es el pensamiento, quien crea el tiempo. El pensamiento es tiempo, y cualquier cosa que el pensamiento proyecte debe pertenecer al tiempo; por tanto, el pensamiento no puede ir más allá de sí mismo. Para descubrir lo que está más allá del tiempo, el pensamiento debe cesar, lo cual resulta muy difícil porque el cese del pensamiento no viene a través de la disciplina, a través del control, del rechazo o la represión. El pensamiento sólo cesa cuando se comprende todo el proceso del pensar, y para comprender el pensar debe haber conocimiento propio. El pensamiento es el ego, el pensamiento es la palabra que se identifica a sí misma como el 'yo', y cualquier nivel, alto o bajo, en el que el ‘yo’ se sitúe, sigue siendo parte del campo del pensamiento.

   … ¿Comprendéis el problema? Esta entidad, el “yo”, es el producto del tiempo, de un millar de experiencias, un millar de contradicciones, combates, ansiedades, el resultado del sentimiento de culpa, del dolor, la desdicha, el placer. Es el residuo del pasado, con todos sus temores, y por lo tanto no puede en modo alguno descubrir lo nuevo. Lo nuevo no se puede poner en palabras, es algo inconmensurable, una energía que no tiene causa, ni fin, ni principio; y para que la mente se halle en ese estado de creación, lo viejo, el “yo”, tiene que terminar. Pero ¿cómo se ha de hacer eso? 

   … Ello os es posible en el presente, no en el mañana; os es posible en el “ahora”. Lo podréis si os dais cuenta de lo que es falso, y lo falso es evidentemente el proceso analítico que es lo único que tenemos. Cuando el proceso analítico haya cesado completamente, no por coacción sino comprendiendo la inevitable falsedad de ese proceso, hallaréis que vuestra mente está completamente disociada del pasado. Ello no significa que no reconozcáis el pasado, sino que en vuestra mente ya no hay comunión directa con el pasado. La mente puede pues, librarse del pasado instantáneamente, ahora; y esta disociación del pasado, esta completa emancipación del ayer, no en un sentido cronológico sino psicológico, no sólo es posible, sino que es la única manera de comprender la realidad.”

    J. Krishnamurti

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