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CUANDO ESTAMOS APENADOS, EN CONFLICTO PSICOLÓGICO, RECURRIMOS A ALGUIEN

   “…Veamos qué entendemos por oración, luego averiguaremos cuál es su objeto. ¿Qué entendéis por oración? ¿Cuándo oráis? No cuando sois felices, ni cuando estáis deleitados, ni cuando en vosotros hay alegría o placer. Rezáis tan solo cuando os halláis en confusión, en dificultades, y entonces vuestra plegaria es una petición. Un hombre en dificultades reza, lo cual significa que él implora, que necesita ayuda. Suplica, pide que se le consuele. De suerte que el hombre que está contento, que es feliz, el hombre que ve muy claramente y comprende la realidad en la acción de cada día, un hombre así no tiene necesidad de rezar. No rezáis cuando estáis gozosos, no rezáis cuando hay deleite en vuestro corazón. Solo rezáis cuando hay confusión, o bien vuestro rezo es una súplica mendicante, un pedido de ayuda, de consuelo, de alivio. ¿No es así? En otros términos, estáis confusos, y queréis que alguna fuerza externa os saque de esa confusión. Deseáis que alguien os ayude, y cuantos más elementos psicológicos hay en vuestro problema tanto más urgente es el reclamo de ayuda exterior. De suerte que imploráis a Dios o si sois personas modernas recurrís a un psicólogo; o bien, para escapar a esa confusión, repetís una cantidad de palabras.

   Asistís a diversas reuniones donde se reza, y donde sois pastoreados y colocados en cierto estado hipnótico, y creéis que tenéis la respuesta. Se trata de hechos reales. No estoy inventando, no hago sino mostrar lo que implica eso que entendéis por oración. Así como recurrimos a un médico en caso de dolencia física, cuando nos hallamos en estado de confusión psicológica nos evadimos hacia el hipnotismo en masa, o imploramos ayuda a alguna fuerza externa. Es eso lo que hacemos, ¿verdad? Estoy pensando en alta voz por vosotros, nada os impongo. De suerte que nuestra oración no va dirigida a la verdad, sino a una fuerza externa que llamamos guía, 'gurú' o Dios. Esto es, cuando estamos apenados, en conflicto psicológico, recurrimos a alguien. Es el instinto natural de un chico que recurre a su padre para que lo ayude. Cuando no comprendo mis relaciones con la gente, cuando me hallo en estado de confusión, llamo a alguien que me ayude. Eso es un instinto natural, ¿no es cierto? 

   … ¿Qué sucede cuando rezáis? ¿Qué hacéis cuando rezáis? Repetís ciertas palabras, ciertas frases. ¿Qué le ocurre a la mente cuando repetís sin cesar ciertas oraciones? Mediante la repetición de frases la mente es aquietada. No está quieta, sino aquietada. Hay una diferencia entre una mente quieta y una mente aquietada. La mente aquietada por la repetición ha sido hipnotizada, compelida al silencio. ¿Y qué ocurre cuando la mente hipnotizada entra en silencio? ¿Qué sucede cuando la mente es aquietada de un modo artificial? ¿Lo habéis pensado? Pensadlo bien y ved adónde ello conduce. Tenéis que prestar un poco de atención, que experimentar con vosotros mismos, y no ser distraídos por los que entran y salen.

   Bueno, ¿qué le sucede a una mente que es aquietada? Esto es, tenéis un problema y deseáis hallar una respuesta. Por eso rezáis, lo cual es una repetición de ciertas frases, y gracias a eso la mente se ve aquietada. ¿Qué relación hay entre esa mente hipnotizada y el problema? Os ruego prestéis a esto un poco de atención. Deseáis hallar una respuesta al problema, y por lo tanto empleáis, cantáis ciertas palabras para aquietar la mente; es decir, queréis una respuesta satisfactoria al problema, una respuesta que resulte grata, no una respuesta que os contradiga. Así pues, cuando oráis y aquietáis la mente por medio de palabras buscáis una respuesta que sea satisfactoria. Ya habéis concebido la respuesta, que tiene que ser satisfactoria; hallaréis, por consiguiente, tal respuesta. Ved, señores, por favor, la importancia de esto. Vosotros creáis lo que deseáis, embotando y aquietando la mente. Forzando la mente a rezar ya habéis establecido lo que queréis, una respuesta que sea satisfactoria, apacible, completamente grata. Por lo tanto, la mente que busca una respuesta al problema mediante la oración encontrará la respuesta que sea satisfactoria; ello está pues, arreglado, y decís que la respuesta es de Dios. Es por eso, que los dirigentes políticos gritan que ellos representan a Dios, o que Dios les ha hablado directamente; por haberse identificado con el país, obtienen una respuesta satisfactoria.

   ¿Qué le sucede pues a una mente que no está dispuesta a comprender el problema y de ese modo busca la respuesta de una fuerza externa? Consciente o inconscientemente ella consigue una respuesta satisfactoria, de otro modo rechazaría la respuesta. Esto es, los que rezan buscan satisfacción, y son por lo tanto incapaces de comprender el problema en sí. Cuando la mente es aquietada mediante la oración, lo inconsciente, que es el residuo de vuestras propias conclusiones satisfactorias, se proyecta en la mente consciente, y por eso vuestra oración recibe respuesta. Cuando rezáis pues, buscáis una evasión, la felicidad; y la fuerza externa que os responde es vuestra propia satisfacción, vuestra propia identificación, consciente o inconsciente, con un determinado deseo que queréis satisfacer.

   … Así pues, el hombre que quiere comprender cualquier problema, sólo puede comprenderlo cuando la mente está quieta y no toma partido. Cuando queréis comprender el problema del desempleo, de la miseria humana, no podéis tomar partido. Pero vuestros políticos desean que lo toméis. Si es que habéis de comprender el problema no puede haber bandos, porque el problema no es asunto de opinión, no exige una ideología. Exige que lo consideréis claramente para comprender su contenido; y no podéis comprender el contenido de un problema si tenéis un tamiz ideológico entre vosotros y el problema. De un modo análogo, la oración sin conocimiento propio conduce a la ignorancia, a la ilusión. El conocimiento propio es meditación, y sin conocimiento propio no hay meditación. La meditación no consiste en fijar la mente en algún objeto; meditar es comprender `lo que es´, en la vida de relación. Entonces la mente no necesita que se la fuerce a estar quieta. Entonces la mente es en extremo sensible, y por lo tanto altamente receptiva. Pero el disciplinar la mente para que esté quieta destruye la sensibilidad.”

        J. Krishnamurti







DEJE DE COMPARAR Y DESCUBRA LO QUE SIGNIFICA VIVIR SIN NINGÚN MOVIMIENTO DE COMPARACIÓN

   “… Y bien, ¿qué es la meditación? Si conscientemente meditamos, si tenemos una dirección, un motivo, un deseo de alcanzar algo, es evidente que eso no es meditación, ¿verdad? Viene a ser lo mismo que si un empleado quiere llegar a ser el gerente, las dos cosas son lo mismo, una la puede llamar ‘negocios’ y a la otra ‘un logro religioso’, pero son exactamente lo mismo. Los que meditan, ¿se dan cuenta de esto? Por supuesto que no, significaría que deben ‘soltar’ su disfrute y entretenimiento preferido.

   Estamos diciendo que meditar de forma consciente no es meditación, porque nace de un deseo de alcanzar algo, de convertirse en algo, que no es otra cosa que el ego queriendo ser algo, el ego, el ‘yo’ queriendo ser Dios. Parece tan ridículo, discúlpenme por utilizar esa palabra. Entonces, ¿qué es meditación? Si no medita conscientemente, ¿qué es meditar? La palabra ‘meditación’ significa ponderar, reflexionar, y también medida; esas son partes de la raíz etimológica de la palabra ‘meditación’ en sánscrito. Ahora bien, ¿puede el cerebro dejar de medir? O sea, ser una cosa y querer ser otra, compararme con usted que es más apuesto, más elegante, tiene mejor cerebro, mejores cualidades, más sagacidad, lleva puesta una ropa maravillosa, y yo no soy ni tengo nada de eso, lo cual es medir, es comparar; por tanto, ¿puede dejar de comparar? No diga que sí, deje de comparar y descubra lo que significa vivir sin ningún movimiento de comparación.

   … Saben que en todo el mundo están esas escuelas y esos swamis y yoguis que enseñan diversas formas de meditación, no se rían, todos ustedes lo hacen a su manera. Piensan que repitiendo ciertas palabras van a alcanzar el más extraordinario de los estados, que repitiendo un mantra obtendrán alguna experiencia milagrosa. Eso no es en absoluto meditación, es una insensatez, es autoengaño y autohipnosis. La meditación es algo mucho más inmenso, más profundo. Pero ustedes no pueden dar con ella jugando meramente con ‘palabras’ y ‘energías’; sin embargo, tienen que dar con ella, porque sin la meditación jamás sabrán lo que es el amor, jamás asomarán lágrimas de pura alegría a sus ojos, jamás sabrán lo que es la belleza.

   … Nuestro mundo interno se halla en un estado de ocupación constante con una cosa u otra. No hay espacio y, porque falta espacio, la presión que ejercen nuestras ocupaciones se vuelve cada vez mayor y, por lo tanto, el cerebro se deteriora cada vez más. Es sólo cuando disponemos de tiempo libre que podemos aprender. Pero cuando el cerebro o la mente están tan ocupados, no tenemos tiempo libre y así jamás aprendemos nada nuevo. Ningún aire fresco puede entrar y, por consiguiente, el deterioro que la presión ocasiona en el cerebro es cada vez mayor. Ese es uno de los problemas de la meditación, descubrir si la conciencia puede liberarse de todas las presiones, lo cual implica una mente libre.

   … Haga lo que haga, el hombre que depende de creencias o dogmas no puede penetrar en la profundidad de la meditación. Para meditar es necesaria la libertad; no es que la meditación venga primero y luego la libertad; la libertad, la negación total de la moralidad y de los valores sociales, es el primer movimiento de la meditación. La meditación no es una actividad pública, no es la actividad de una multitud que se reúne y eleva una plegaria; se sostiene sola y está siempre más allá de las fronteras de la conducta social, porque la verdad no se encuentra en las cosas del pensamiento ni en lo que el pensamiento ha elaborado y llama ‘la verdad’. La completa negación de toda esta estructura del pensamiento es la cualidad positiva de la meditación.

   … Hombre que quiera meditar debe conocerse a sí mismo. Sin conocerse a sí mismo usted no puede ir lejos. Por mucho que intente llegar lejos sólo puede llegar hasta donde se lo permite su propia proyección, y su propia proyección está muy cerca y no lo conduce a ninguna parte. La meditación es ese proceso de echar las bases instantáneamente, de inmediato, y dar origen naturalmente, sin esfuerzo alguno, al estado de quietud mental. Sólo entonces existe ahí una mente que se encuentra más allá del tiempo, de la experiencia, del conocimiento.

   … La meditación es un movimiento que no tiene fin. Uno nunca debería decir que está meditando o que ha fijado un período para meditar. La meditación no se subordina a nuestra conveniencia; su bendición no se manifiesta por que llevemos una vida sistematizada, una rutina o moralidad particular; adviene sólo cuando el corazón está realmente abierto. No abierto por la llave del pensamiento ni resguardado por el intelecto, sino cuando está abierto como los cielos sin nubes; entonces esa bendición llega de improviso, sin ser invitada, pero uno nunca puede controlarla, retenerla o adorarla. Si intenta hacerlo nunca regresará de nuevo, no importa lo que haga, la meditación se alejará.

   En la meditación uno no es importante, no tiene cabida en ella. La belleza de la meditación no es uno, está en ella misma, y sobre eso no es posible sacar o añadirle nada. No mire por la ventana esperando apresarla de improviso ni la espere sentado en un salón oscuro; únicamente adviene cuando uno no está, y su dicha no tiene continuidad.

   … El amor es meditación. El amor no es un recuerdo, una imagen sustentada como placer por el pensamiento, ni es la imagen romántica que fabrica la sensualidad, es algo que está más allá de todos los sentidos y más allá de las presiones económicas y sociales de nuestra vida. La realización inmediata de este amor que no tiene raíces en el ayer es meditación, porque el amor es la verdad y la meditación es el descubrimiento de la belleza de esta verdad. El pensamiento no puede descubrir esto. Nunca puede decir: ‘he descubierto’ o ‘he capturado ese amor que es del cielo’.

   … La meditación es el silencio que surge cuando el meditador y su proceso son comprendidos. Ese silencio es inagotable, no pertenece al tiempo; por lo tanto, es inmensurable. Sólo el meditador compara, juzga y mide, pero cuando no hay medida surge lo inmensurable.”

        J. Krishnamurti



ESTO ES REALMENTE MUY SIMPLE, PERO PARECE COMPLICADO CUANDO SE PONE EN PALABRAS

    “… Para que haya plenitud de realización tiene que existir el más alto nivel de inteligencia. Esta inteligencia es diferente del conocimiento. Ustedes pueden leer muchos libros, pero eso no les dará inteligencia. La inteligencia puede despertarse solo mediante la acción, comprendiendo la acción como un todo integrado.

   Discutir y descubrir intelectualmente qué es la inteligencia sería, en mi sentir, un desperdicio de tiempo y energía, porque eso no eliminaría la carga de ignorancia e ilusión. En vez de indagar qué es la inteligencia, descubramos por nosotros mismos cuáles son los obstáculos impuestos a la mente que impiden el pleno despertar de la inteligencia. Si yo les diera una explicación de lo que es la inteligencia y ustedes aceptaran mi explicación, sus mentes harían de ella un sistema bien definido y, a causa del temor, se deformarían para poder encajar en ese sistema. Pero si cada uno descubre por sí mismo los múltiples impedimentos fijados en la mente, entonces, por medio de la percepción alerta, no del autoanálisis, la mente comenzará a liberarse, despertando de este modo la verdadera inteligencia, que es la vida misma.

   … Toda criatura viviente es una fuerza, una energía única para sí misma. Esta fuerza o energía crea sus propios materiales, que pueden ser llamados cuerpo, sensación, pensamiento o conciencia. Esta fuerza o energía, actuando por sí misma, en su desarrollo se convierte en conciencia. De esta surge el proceso del ‘yo’, el movimiento del ‘yo’. Entonces comienza el ciclo de crear su propia ignorancia. El proceso del ‘yo’ empieza y continúa en la identificación con sus propias limitaciones autocreadas. El ‘yo’ no es una entidad separada como cree la mayoría de nosotros; es tanto la forma de la energía como la energía misma. Pero esa fuerza en su desarrollo crea su propio material y la conciencia es una parte de ese material; y gracias a los sentidos la conciencia se reconoce como individuo. Este proceso del ‘yo’ no es del momento, no tiene comienzo. Pero mediante la constante percepción alerta y la comprensión es posible ponerle fin.

   … Por favor, lo que digo acerca del proceso del ‘yo’ no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto, al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libre de prejuicios.

   El proceso del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia; como la llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del ‘yo’, la energía del ‘yo’, la conciencia del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del ‘yo’ es el resultado de esa fuerza única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y esta llega a identificarse como el ‘yo’. Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras.

   Si, por ejemplo, uno es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si uno tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas limitaciones se convierten en el proceso del ‘yo’.

   La acción en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.

   … Explicaré este proceso del ‘yo’, de la individualidad. Hay una energía que es única para cada individuo, la cual no tiene comienzo. Esta energía, por favor, no la atribuyan a ninguna divinidad ni le otorguen ninguna cualidad especial; en su proceso de desarrollo espontáneo crea su propia sustancia o material, el cual está constituido por la sensación, el discernimiento y la conciencia. Este es el carácter abstracto de la conciencia. El concreto es la acción. Por supuesto, no existe tal división absoluta. La acción procede de la ignorancia, la cual existe donde hay prejuicios, tendencias, anhelos que inevitablemente se derivan en dolor. Por eso la existencia llega a ser un conflicto y una fricción constantes. Es decir, la conciencia es tanto discernimiento como acción. La fricción, el proceso del ‘yo’, surge a causa de la constante acción recíproca entre tales anhelos, prejuicios, tendencias y limitaciones.

   … Cuando comprendemos que somos el resto de la humanidad, ello trae consigo una energía inmensa; uno se ha abierto paso por el angosto surco de la individualidad, el círculo estrecho del yo y el tú, el nosotros y el ellos. Estamos examinando juntos esta muy compleja conciencia del hombre, no del hombre europeo ni del hombre asiático ni del hombre del Medio Oriente, sino que examinamos juntos este extraordinario movimiento en el tiempo, movimiento que ha estado desarrollándose en la conciencia por millones de años.

   … Aquello que es inmortal está más allá del tiempo. No hay, por lo tanto, relación alguna entre el ‘yo’ y lo atemporal. Nos agrada creer que la hay, pero ese es otro engaño de la mente.”

        J. Krishnamurti




SOLO LA MENTE INOCENTE PUEDE INQUIRIR EN LO DESCONOCIDO

    “… La vida nos parece demasiado vasta, demasiado vertiginosa para nosotros y nuestras perezosas mentes; nuestra lenta manera de pensar, los hábitos a que nos hemos acostumbrado crean invariablemente una contradicción dentro de nosotros, y tratamos de dictar condiciones a la vida. Y gradualmente, al continuar y aumentar esta contradicción y conflicto, nuestras mentes se vuelven más y más embotadas.

   … Sin pasión no es mucho lo que uno puede hacer, y la pasión es indispensable para investigar este interrogante muy complejo acerca de lo que es la meditación. En el sentido en que nosotros la entendemos y puede ser que le estemos dando un significado diferente; la pasión surge cuando hay un total abandono del «yo» y el «tú», del «nosotros» y el «ellos», y cuando ese abandono viene acompañado de un profundo sentimiento de austeridad. No entendemos por austeridad la del sacerdote o la del monje, cuya austeridad es dura, cruel, y está dirigida y sostenida mediante el control y la represión. Estamos hablando de una pasión que es el resultado de una austeridad que nada tiene que ver con la dureza. La mente austera es en verdad una mente bella. La belleza es, asimismo, una cuestión bastante compleja. ¡Hay tan poco de ella en nuestras vidas!

   … Necesitamos una humildad extraordinaria que contiene en sí esa peculiar cualidad que es la austeridad en la observación. La austeridad que conocemos es áspera, brutal, se vuelve estrecha, fanática, obstinada, dogmática; pero eso no es austeridad. Usamos la palabra austeridad en el sentido de que una mente que ha observado, que ha visto lo que es verdadero se encuentra, gracias a esa observación, en un estado de libertad del cual surge la disciplina que es austera. Tiene que existir esa humildad austera, y en ese nivel vamos a comunicarnos uno con otro. Ustedes no van a aprender nada de quien les habla; si lo hicieran, él se convertiría en la autoridad. 

   … Solo existe el color y no diferentes colores; solo existe el amor y no diferentes expresiones del amor; las diferentes categorías del amor no son el amor. Cuando el amor se divide al fragmentarse como divino y carnal, deja de ser amor. Los celos son el humo que ahoga el fuego, y la pasión se torna en algo estúpido cuando no hay austeridad, y la austeridad no existe si no hay abnegación, la cual es humildad dentro de una absoluta sencillez. Al mirar hacia abajo esa masa de color con los diferentes colores sólo hay pureza, por mucho que esta pueda fragmentarse; pero la impureza, por más que pueda modificarse, taparse, resistir, siempre seguirá siendo impura, como la violencia. La pureza no se halla en conflicto con la impureza. La impureza nunca puede llegar a ser pura, más de lo que la violencia puede llegar a ser no violencia. La violencia simplemente tiene que cesar.

   … Todo lo que ustedes han hecho, construido y producido es para el bienestar material, este tiene su lugar, pero cuando se vuelve un fin en sí mismo, entonces el caos comienza. Uno se pregunta si ustedes aman realmente a sus hijos. No se trata de lo que otros hagan en otras partes del mundo, ese no es el punto. Puede que ustedes cuiden a sus hijos cuando son muy jóvenes, que les den todo lo que quieren, que les den el mejor alimento, y que así los echen a perder tratándolos como juguetes y usándolos para la propia realización y disfrute. En esto jamás hay freno alguno, nunca un sentimiento de austeridad, que de ningún modo es la ruda severidad del monje. Ustedes tienen una idea de que ellos deben moverse libremente, de que no deben ser reprimidos, de que no debe decírseles lo que han de hacer; ustedes siguen lo que recomiendan los especialistas y dicen los psiquiatras. Ustedes producen una generación sin ninguna restricción y cuando esta se rebela, se sienten horrorizados o complacidos de acuerdo con el condicionamiento de ustedes. De modo que son ustedes los responsables por todo esto.

   … Como sabe, señor, la austeridad de la propia renuncia es belleza. Sin austeridad no hay amor, y sin esa renuncia, la belleza carece de realidad. Por austeridad entendemos, no la rigurosa disciplina del santo, del monje o del comisario político con su orgullosa abnegación, o la disciplina que les da poder y reconocimiento; eso no es austeridad. La austeridad no es rigurosa, no es una reafirmación disciplinada de la importancia personal de uno, no es la negación de toda comodidad, o los votos de pobreza y celibato. La austeridad es inteligencia suma, únicamente puede existir cuando hay la propia renuncia, y eso no puede ser fruto de la voluntad, de la elección, o de un intento deliberado. El acto de la belleza es lo que genera el abandono, y es el amor lo que trae la profunda claridad interna de la austeridad. La belleza es ese amor, y cuando hay amor toda comparación y medida han terminado. Entonces ese amor, haga lo que haga, es belleza.

   … Veis que no puede haber abandono sin austeridad. Pero no es la disciplinada austeridad del asceta, porque el asceta está buscando poder, y por consiguiente es incapaz de abandono. Solo puede haber abandono cuando hay amor, y el amor solo puede manifestarse cuando el ‘yo’ no es dominante. Así, la mente ha de ser muy sencilla, inocente, no hecha inocente. La inocencia no es un estado que haya de producirse por la disciplina, por el control, por ninguna forma de compulsión o represión. La mente es fresca, inocente, solo cuando no está repleta con los recuerdos de muchos siglos; y esto implica, seguramente, una extraordinaria sensibilidad, no solo para una parte de la vida, que llamamos belleza, sino también para las lágrimas, para el sufrimiento, para la risa, para las chozas de los pobres, y para los cielos abiertos; es decir, para la totalidad de la vida.

   … Cuando carecemos de amor creamos una civilización en la que se busca la belleza de la forma, sin la austeridad y vitalidad internas propias del simple olvido de uno mismo. No hay tal olvido de nosotros mismos si nos inmolamos en la ejecución de buenas obras, en ideales, en creencias. Estas actividades parecen estar libres del yo, pero en realidad el yo sigue operando bajo la cubierta de diferentes rótulos. Solo la mente inocente puede inquirir en lo desconocido.”

        J. Krishnamurti



PARA VER JUNTOS DEBEMOS ESTAR LIBRES PARA OBSERVAR, LIBRES PARA ESCUCHAR. ESTO SIGNIFICA NO TENER PREJUICIOS

    “… Para ver algo juntos, lo cual es compartir, ambos debemos ver, no concordar o disentir, sino ver juntos lo que realmente es. No interpretarlo de acuerdo con mi condicionamiento o el suyo. Y para ver juntos debemos estar libres para observar, libres para escuchar. Esto significa no tener prejuicios. Sólo entonces, cuando hay esta cualidad de amor, existe el compartir.

   … Ser honesto es ver las cosas exactamente como ellas son, sin distorsión alguna no sólo en lo externo sino internamente, es no engañarse uno jamás a sí mismo. Porque el engaño es muy fácil cuando se anhela alguna clase de experiencia, llámese ella religiosa o como sea. Entonces uno está condenado a enredarse en alguna clase de ilusión.

   … Podemos ver que las ideologías desempeñan un enorme papel en la vida del hombre en todas las partes del mundo y que, en efecto, dividen al hombre en grupos, el republicano y el demócrata, la izquierda y la derecha, etc. Separan a las personas y por su misma naturaleza, estas ideologías llegan a convertirse en “autoridad”. Y entonces los que asumen el poder tiranizan de manera democrática, o despiadada. Esto se puede observar en todo el mundo. Las ideologías, los principios y las creencias, no solo separan a los hombres en grupos, sino que en realidad impiden la cooperación; sin embargo, lo que necesitamos en este mundo es cooperar, colaborar, actuar juntos, sin que usted lo haga de una manera por pertenecer a un grupo, y yo de otra. La división surge inevitablemente si usted cree en determinada ideología, sea la comunista, la socialista, la capitalista, etc.; sea cual fuere esa ideología, tiene que dividir y crear conflicto.

   El ideólogo no es serio, no ve las consecuencias de su ideología. Por lo tanto, para ser en realidad serio, uno tiene que desechar completamente, totalmente, estas divisiones nacionalistas y religiosas, negar lo que es absolutamente falso y entonces, como resultado, quizás habría una posibilidad de ser real y verdaderamente serios.

   Tenemos que construir un mundo enteramente distinto, que nada tenga que ver con el mundo de hoy, lleno de manías, conflictos y competencias, un mundo cruel, brutal y violento.

   … La mayoría rechazamos cierta forma de condicionamiento y encontramos una variante distinta, un condicionamiento más amplio, más significativo o más placentero. Uno abandona una religión y adopta otra, rechaza una clase de creencias y acepta otras diferentes; esa sustitución indica claramente que uno no comprende la vida, no comprende la vida que es relación. Nuestro problema consiste en cómo liberarse de todo condicionamiento; o bien decimos que es imposible, que ninguna mente humana puede estar libre de condicionamiento, o empezamos a experimentar, a investigar, a descubrir. Si sostienen que es imposible es evidente que no tendrán ninguna posibilidad. Esa afirmación puede basarse en una experiencia limitada o amplia, o bien en la simple aceptación de una creencia; pero esa misma afirmación niega la búsqueda, la investigación, la indagación y el descubrir. Para ver si es posible que la mente se libere por completo de todo condicionamiento, uno debe tener libertad para indagar y para descubrir. Sin la menor duda, digo que es posible liberar la mente de todo condicionamiento; no se trata de que acepten mi autoridad, porque si lo asumen basándose en la autoridad nunca lo descubrirán, se tratará de una sustitución más sin ningún valor.

   … Reverenciamos la autoridad en varias formas, conocimiento, éxito, poder, etc. Ejercemos autoridad sobre los jóvenes y al mismo tiempo le tememos a la autoridad superior. Cuando el hombre mismo no tiene visión interna, el poder externo y la posición social asumen enorme importancia, y entonces el individuo está cada vez más sujeto a la autoridad y a la coacción; se convierte en instrumento de otros. Podemos ver que esto está sucediendo constantemente a nuestro alrededor en momentos de crisis, las naciones democráticas actúan como las totalitarias, olvidándose de su democracia y obligando al hombre a someterse a sus designios. 

   … Uno debe ver todas estas expresiones de violencia y antagonismo con mente libre de prejuicios; es decir, con mente que no se identifica con ningún país, ninguna raza o ideología, sino que procura hallar la verdad. Hay gran gozo en ver una cosa con claridad, sin la influencia de las ideas o instrucciones de otros, ya sea del gobierno, de los especialistas o de los grandes intelectuales. Una vez que veamos realmente que el patriotismo es un obstáculo para la felicidad humana, no tenemos que luchar contra esta falsa emoción en nuestro ser; nos habrá abandonado para siempre.

  … Es muy importante ver cómo aborda uno un problema, ya sea un problema político, un problema religioso o un problema de relación íntima. Hay tantos problemas… Uno está cargado de problemas. Incluso la meditación llega a ser un problema. Jamás miramos realmente nuestros problemas. Sin embargo, ¿por qué debe uno vivir cargado de problemas? Los problemas que no hemos comprendido y disuelto, deforman toda nuestra vida. Importa mucho darse cuenta de cómo aborda uno un problema, observándolo y sin tratar de aplicarle una solución; o sea, viendo en el problema mismo la respuesta. Y eso depende de cómo uno lo encara, de cómo lo mira. Cuando abordamos un problema, es muy importante que percibamos nuestro condicionamiento y nos liberemos de ese condicionamiento.

   … Investigar implica tener una mente sana, vital, que no se deja persuadir por las opiniones propias o de otro; por eso es capaz de ver con mucha claridad en todo momento cada cosa a medida que surge, a medida que fluye. La vida es un movimiento de relación, lo cual es acción y, a menos que haya libertad, la simple rebeldía no tiene ningún valor. Un hombre verdaderamente religioso nunca se rebela, porque es un hombre libre; no libre de nacionalismo, codicia, envidia y de todo eso. Simplemente es libre.”

        J. Krishnamurti



SE BUSCA LA FELICIDAD Y LA PAZ EN LAS POSESIONES, YA SEAN MATERIALES O INTELECTUALES; EN EL APEGO A LAS COSAS O AL MERO CONOCIMIENTO

     “… El condicionamiento genera problemas, conflicto. Es el condicionamiento lo que impide que comprendamos el reto; estando condicionada, nuestra respuesta debe engendrar, inevitablemente, conflicto. ¿Cómo puede uno librarse del condicionamiento? Sólo comprendiendo sus escapes, dándose cuenta de ellos. Nuestro apego a una persona, al trabajo, a una ideología, es el factor del condicionamiento; esto es lo que debemos comprender y no buscar un escape mejor o más inteligente. Ningún escape es inteligente porque todos engendran, por fuerza, conflicto. El cultivo del desapego es otra forma de escape, de aislamiento; es apegarse a una abstracción, a un ideal llamado desapego. El ideal es algo ficticio, fabricado por el ego; y convertirse en un ideal es escapar de «lo que es».

  Solo cuando la mente ya no busca ningún escape comprendemos «lo que es», y hay una acción adecuada con respecto a «lo que es». El pensar mismo en «lo que es», es una forma de escapar de «lo que es». Pensar acerca del problema es escapar del problema, porque el pensamiento es el problema, el único problema. La mente reacia a ser lo que ella es, temerosa de lo que es, busca estos diversos escapes; y la vía de escape es el pensamiento. Mientras haya pensamiento, tiene que haber escapes, apegos, los que no hacen más que fortalecer el condicionamiento.

   La libertad con respecto al condicionamiento llega cuando estamos libres del pensar. Cuando la mente se halla en total silencio, solo entonces hay libertad para que lo real se manifieste.

   … En lo que llamamos amor hay dependencia, está el sentido del apego que proviene de la soledad, de la propia insuficiencia, de no ser capaces de permanecer solos; debido a eso, nos apoyamos en alguien, dependemos de alguien. Dependemos del lechero, del conductor del tranvía, del policía, pero no estoy hablando de esa clase de dependencia, sino de la dependencia psicológica con todos los problemas que contiene, los problemas de la imagen en la relación, la imagen que la mente ha formado del otro, el apego a esa imagen y la negación de esa imagen para crear otra imagen. Todo eso es lo que llamamos amor. Y los sacerdotes han inventado otra cosa, el amor a Dios, porque es mucho más fácil amar a Dios, amar una imagen, una idea, un símbolo creado, elaborado por la mente o por la mano, que descubrir lo que es el amor en la relación. ¿Está siguiendo todo esto? Entonces, ¿qué es el amor? Forma parte de nuestra conciencia esta cosa llamada amor en la cual estamos el «yo» y el «usted»; el «yo» apegado a usted, poseyendo, dominando; y usted poseyéndome, dominándome, sujetándome. Usted satisface mis requerimientos físicos, sexuales, y yo satisfago sus necesidades económicas y demás. Todo eso es lo que llamamos amor. ¿Es amor eso? Amor romántico, amor físico, amor a nuestro país por el cual estamos dispuestos a matar, a mutilar, a destruirnos a nosotros mismos. ¿Es eso el amor? Obviamente, el amor no es emocionalismo, sentimentalismo, la empalagosa aceptación del «yo te amo y tú me amas», usted sabe. Hablar de la belleza del amor, de la gente bella, etc., ¿es amor todo eso?

   … Ya investigamos la cuestión de que el apego no es amor. Porque el apego genera cualquier clase de antagonismo, dependencia, miedo, etc. Ven todo esto, lo saben, se dan plena cuenta de todo ello, y verlo es terminarlo. No verlo meramente de forma lógica, analítica, sino ver el hecho, todas las consecuencias del apego. Esto está muy claro. Sin embargo, para la mayoría el ver es un análisis intelectual, una explicación verbal, y nos quedamos satisfechos con las explicaciones, sean filosóficas, psicológicas, etc. Es ver qué implica realmente el apego. El dolor que produce, los celos, el antagonismo; ya saben, todas las consecuencias de ese movimiento. Es verlo en el sentido no solo del ver visual, de la observación óptica, sino también el arte de escuchar este movimiento. Si lo escuchan completamente, termina.

   … El amor no es placer; ¿sabe lo que significa descubrir esto realmente por uno mismo? Significa que no hay miedo, que no hay apego ni dependencia, sino una relación en que no existe separación alguna.

   Yo no sé si muchos hombres de Oriente están contra la industrialización, y si lo están, ignoro qué razones invocan para ello, pero creo haberos explicado por qué considero que la simple industrialización no da solución alguna a nuestros problemas humanos con todos sus conflictos y sufrimientos. La mera industrialización fomenta valores mundanos, mejores y más amplios cuartos de baño, mejores y mayores coches, distracciones, diversiones y todo lo demás. Los valores externos y temporales adquieren precedencia sobre los valores eternos. Se busca la felicidad y la paz en las posesiones, ya sean materiales o intelectuales; en el apego a las cosas o al mero conocimiento. Recorred cualquiera de las calles principales y veréis tiendas y más tiendas que venden la misma cosa, aunque de diferentes formas y colores; innumerables revistas y miles de libros. Nuestro deseo es que se nos distraiga, se nos divierta, se nos libre de nosotros mismos dado que íntimamente somos tan pobres, desdichados, vacíos, y que siempre, por una causa u otra, nos agobia alguna pena. Y de ese modo, habiendo demanda, hay producción y se establece la tiranía de la máquina. Y se nos ocurre que la simple industrialización resolverá nuestro problema económico y social. ¿Lo resuelve realmente? Tal vez durante un tiempo; pero con ella llegan las guerras, las revoluciones, la opresión y la explotación, y les llevamos la “civilización” a los pueblos no civilizados.

   … El conocimiento propio es la terminación del sufrimiento; sin embargo, tenemos miedo de conocernos porque nos hemos dividido en lo bueno y en lo malo, en lo perverso y lo noble, en lo puro y lo impuro. Como lo bueno está siempre juzgando lo malo, estos fragmentos están en guerra unos con otros, y esa guerra es sufrimiento. Para que este cese, hay que ver el hecho y no inventar el opuesto, porque los opuestos se contienen mutuamente, y caminar por ese corredor de los opuestos es sufrimiento. Esa fragmentación de la vida entre lo superior y lo inferior, lo noble y lo innoble, Dios y el diablo, genera conflicto y dolor; y si existe sufrimiento no hay amor. El amor y el sufrimiento no pueden convivir.” 

    J. Krishnamurti







LO QUE LIBERA ES LA VERDAD, NO EL ESFUERZO POR SER LIBRE

   “… La libertad no llega a quien trata de obtenerla. La verdad no es encontrada por aquel que va en busca de la verdad. Sólo cuando uno comprende, con la totalidad de la mente y del corazón, la naturaleza de la prisión en que vive, cuando comprende el significado de esa prisión, sólo entonces es libre, naturalmente y sin esfuerzo alguno.

   Esta comprensión puede surgir sólo cuando nos hallamos en medio de una gran crisis, pero la mayoría de nosotros trata de eludir las crisis. O cuando nos enfrentamos con una crisis, de inmediato buscamos consuelo en la idea de la religión, en la idea de Dios, en la idea de la evolución; nos volvemos hacia los sacerdotes, hacia los guías espirituales en procura de consuelo, o buscamos diversión en los entretenimientos. Todas estas son solo formas de escapar del conflicto. Pero si afrontamos realmente la crisis que tenemos por delante, si nos damos cuenta de la futilidad, de la falsedad del escape como mero medio de posponer la acción, entonces, en ese darse cuenta, en esa percepción ha nacido la flor del discernimiento.

   Por lo tanto, usted debe darse cuenta en el momento de la acción, pues esta revelará las ocultas actividades del anhelo. Pero esta percepción no resulta del análisis. El análisis sólo limita la acción.

   … Nuestra acción tiene siempre un motivo. Nuestra acción nace de una reacción, de un recuerdo, de buscar una recompensa, un logro, la verdad, o tiene su origen en el amor a otra persona o en el amor a nuestro país, etc. Yo digo que una acción así, nacida del amoldamiento, de la autoridad, no puede revelarnos la plenitud de su significado, sólo en esa plenitud está la totalidad de lo eterno. Y como las acciones de la mayoría de la gente se basan en esas cosas, no se vayan por eso a lo opuesto y digan: “debo descubrir desde qué estoy reaccionando”. No digan: “tengo que actuar sólo desde mí mismo, no desde una reacción”.

   Yo les digo: ‘Tomen conciencia, dense cuenta cuando actúan, de que están actuando en busca de una recompensa’. Eso es muy simple, ¿verdad? Dense cuenta plenamente de su acción, de que están actuando a causa de un deseo de recompensa, de logro, de éxito, o a causa del temor, del escape. En el momento en que tomen plena conciencia de eso, la causa desaparecerá porque la habrán comprendido. Solo pueden hacer eso cuando la mente y el corazón están plenamente ocupados con ese acto y en armonía total con él.

   … La verdad no puede ser acumulada. Lo que se acumula es siempre destruido, se marchita. La verdad no puede marchitarse jamás, porque solo podemos dar con ella de instante en instante, en cada pensamiento, en cada relación, en cada palabra, en cada gesto, en una sonrisa, en las lágrimas. Y si usted y yo podemos encontrar esa verdad y vivirla, el vivirla mismo es el encontrarla, entonces no nos volveremos propagandistas; seremos seres humanos creativos, no seres humanos perfectos, sino seres humanos creativos, lo cual es inmensamente distinto.

   … ¿Puede uno pues, darse cuenta de la verdad instantáneamente, sin preparación? Yo digo que sí, y no por alguna fantasía de mi parte, por alguna ilusión; haced con ello un experimento psicológico y lo veréis. Tomad cualquier reto, cualquier pequeño incidente, no esperéis alguna gran crisis, y ved cómo reaccionáis ante él. Daos cuenta de ello, de vuestras respuestas, de vuestras intenciones, de vuestras actitudes, y las comprenderéis, comprenderéis el contenido de vuestra mente. Os aseguro que podéis hacerlo instantáneamente si dedicáis a ello toda vuestra atención. Es decir, si buscáis el pleno sentido de vuestro trasfondo, él rinde su significación; y entonces descubrís de un solo golpe la verdad, la comprensión del problema. La comprensión, por cierto, surge del “ahora”, del presente, que siempre es atemporal. Aunque pueda ser mañana, sigue siendo el “ahora”; y el no hacer más que diferir, que prepararos para recibir mañana lo que es, es impediros a vosotros mismos de comprender lo que es, ahora. Podéis, por cierto, comprender al instante lo que es ahora, ¿verdad? Mas para comprender lo que es, tenéis que estar libres de perturbación, de distracción; tenéis que dedicar a ello vuestra mente y corazón. Ello tiene que ser vuestro único interés en ese momento, completamente. Entonces lo que es, os brinda su plena hondura, su pleno significado, y así os libráis del problema.

   Si queréis conocer la verdad acerca de la propiedad, su significación psicológica, si en realidad deseáis comprenderla directamente ahora, ¿cómo enfocáis el problema? Es preciso, por cierto, que sintáis afinidad con el problema, que no le tengáis miedo, que no tengáis credo alguno, ninguna respuesta entre vosotros y el problema. Sólo cuando estéis en relación directa con el problema, hallaréis la respuesta. Pero si introducís una respuesta, si juzgáis, si tenéis una aversión psicológica, la aplazaréis y os prepararéis para comprender mañana lo que sólo puede comprenderse en el “ahora”. Por lo tanto, jamás comprenderéis. El percibir la verdad no requiere preparación alguna. La preparación implica tiempo y el tiempo no es el medio de comprender la verdad. El tiempo es continuidad, y la verdad es atemporal, “no continuar”. La comprensión es no continua, es de instante en instante, es sin residuo.

   … Seguramente una de las funciones de la educación es crear individuos que no estén atados a ninguna forma de creencia, a ningún patrón de moralidad o respetabilidad. Es el yo el que simplemente busca ser moral, respetable. El individuo verdaderamente religioso es aquel que descubre, que experimenta directamente qué es Dios, qué es la verdad. Esa experiencia directa nunca es posible mediante alguna forma de creencia, mediante algún ritual, mediante la adoración, o siguiendo a alguien. La mente verdaderamente religiosa está libre de gurús. Ustedes, como individuos, al crecer y vivir sus vidas, pueden descubrir la verdad de momento a momento, y por consiguiente son capaces de ser libres.

   … Lo que libera es la verdad, no el esfuerzo por ser libre.”

        J. Krishnamurti



SÓLO PUEDO COMPRENDER EL MIEDO CUANDO NO ESTOY HUYENDO DE ÉL, CUANDO NO LE OFREZCO RESISTENCIA

   “… ¿Cómo voy a comprender lo que es el miedo? Cómo, sin disciplinarlo, sin resistirlo, sin evitarlo, sin crear otras ilusiones, otros problemas, otros sistemas de gurús, de filósofos; ¿cómo he de hacerle frente, de comprenderlo, de librarme de él y trascenderlo? Sólo puedo comprender el miedo cuando no estoy huyendo de él, cuando no le ofrezco resistencia. De modo que tenemos que averiguar cuál es esta entidad que se resiste. ¿Quién es el yo que le ofrece resistencia al miedo? ¿Comprenden, señores? Es decir, yo estoy asustado, tengo miedo de lo que la gente pueda decir de mí, porque quiero ser una persona muy respetable; quiero triunfar en el mundo; quiero tener renombre, posición y autoridad. Así que una parte de mí está persiguiendo eso y por dentro sé que cualquier cosa que haga conducirá a la frustración, que lo que quiero hacer me obstaculizará. De modo que hay estos dos movimientos funcionando en mi interior; el primero, la entidad que quiere alcanzar su objetivo, convertirse en hombre de bien, tener éxito; y el otro, la entidad que siempre está temiendo que acaso no vaya a conseguirlo.

   … La fuerza motora que opera tras la voluntad es el miedo, y cuando comenzamos a darnos cuenta de esto, interviene el mecanismo del hábito ofreciendo nuevos escapes, nuevas esperanzas, nuevos dioses. Ahora bien, en este preciso instante, cuando la mente empieza a interferir con la comprensión respecto del miedo, es cuando debe haber una gran percepción alerta a fin de que no seamos apartados, distraídos por los ofrecimientos del intelecto, dado que la mente es sutil y astuta. Cuando sólo hay miedo, sin esperanza alguna de escape, en los momentos más sombríos, en la absoluta soledad del miedo, desde lo profundo del miedo mismo, por decirlo así, surge la luz que habrá de disiparlo.

   Cualesquiera sean los intentos que hagamos superficialmente, intelectualmente, para destruir el miedo mediante distintas formas de disciplina, de patrones de conducta, sólo crearemos otras formas de resistencia; y este es el hábito en el que estamos atrapados. Cuando ustedes preguntan cómo librarse del miedo, cómo acabar con los hábitos, en realidad están abordando el problema desde afuera, intelectualmente, y así la pregunta de ustedes nada significa. No pueden disolver el miedo apelando a la voluntad, porque la voluntad es hija del miedo; tampoco pueden destruirlo por medio del "amor", porque si el amor es utilizado con propósitos de destrucción, ya no es más amor sino otro nombre para la voluntad.

   … Existen pues, muchos motivos para que uno quiera disciplinarse; está el deseo de protegernos de varias maneras, mediante el logro, tratando de volvernos más sabios, más nobles, encontrando al Maestro, volviéndonos más virtuosos, siguiendo principios, ideales, anhelando la verdad, el amor, etc. Todo esto indica la acción del miedo, y los motivos nobles no hacen sino encubrir este miedo innato.

   … Inhibiendo, prohibiendo el miedo, no erradicamos su causa, sino que tan sólo producimos futuros factores de desorden y sufrimiento. Mediante la tolerante observación del miedo, estando alerta a cada una de sus manifestaciones, le permitimos que se revele a sí mismo; al seguirlo, sin identificarnos, con "benevolente objetividad", adviene en nosotros la comprensión creadora, lo único capaz de disolver la causa del miedo sin desarrollar su opuesto, el cual es otra forma del miedo.

   … Yo hablo del miedo psicológico, no de un miedo físico que uno trata de alejar, lo cual es natural. Considere usted el miedo a la muerte. ¿En qué consiste ese miedo? Dividimos la totalidad del fenómeno vital en vida y muerte. La vida es conocida, y de la muerte nada se sabe. ¿Se tiene miedo de lo que no se conoce, o más bien se tiene miedo de perder lo que uno conoce? Es evidente que vida y muerte son dos aspectos del mismo fenómeno. Si dejamos de considerarlos como dos fenómenos diferentes ya no hay más conflicto.

   … Y bien, ¿cuál es la causa del miedo? Escuchen, porque intentaré sugerirlo de una manera respetuosa. Háganse esa pregunta y no traten de responderla, porque si tratan de encontrar una respuesta, de averiguar la causa para luego eliminarla, significará que «ustedes» son diferentes del miedo. Pero, ¿son diferentes, o son el miedo? Si son codiciosos, ¿es la codicia diferente de ustedes? Si están enojados, ¿es el enfado diferente de ustedes? Ustedes son el enojo, son la codicia, son el miedo. Claro que lo son. ¿Pueden ver el hecho de que ustedes son el enojo, la codicia y el miedo? Al separarse del miedo dicen: «Debo hacer algo con el miedo». Pero ya llevan haciendo algo con el miedo cincuenta mil años, ya han inventado dioses, pujas, etc.

   … Encararlo, darse cuenta del miedo. Para aprender respecto del miedo no debe haber ninguna condena o justificación. Ese es un hecho. Por lo tanto, ¿puede la mente observar el miedo? ¿Qué es el miedo? Hay toda clase de miedos, miedo a la oscuridad, a la propia esposa, al propio marido, miedo a la guerra, miedo a una tormenta; tantos miedos psicológicos. Y uno no dispone en absoluto de tiempo para analizarlos todos. Eso llevaría toda una vida y aun así no los habría comprendido. 

   …Para una mente que se ha condicionado en la cultura del miedo con todas las complicadas consecuencias neuróticas de sus acciones, el formular siquiera la pregunta de si es posible estar completamente libre del miedo, es en sí mismo un problema. Un problema sólo existe cuando es insoluble, cuando no puede examinarse por completo y reaparece una y otra vez. Uno cree haber resuelto el problema del temor, pero sigue repitiéndose en diferentes formas. Si uno dice: "Es imposible", se ha bloqueado ya a sí mismo. Uno tiene que ser muy cuidadoso para no bloquearse a sí mismo, para no impedir la investigación de este problema del temor, hasta resolverlo completamente.”

    J. Krishnamurti



SIN UN CAMBIO DE CORAZÓN, SIN BUENA VOLUNTAD, LAS SOLAS ORGANIZACIONES NO HABRÁN DE TRAER LA PAZ

    “… Yo no creo que muchos de nosotros tengan una noción del abismo, de la degradación en que hemos caído. Si hay una tercera guerra, eso será el fin de todas las cosas. Puede que escapéis, pero vuestro problema será la cuarta guerra mundial, porque no hemos resuelto el problema del antagonismo entre los hombres. Y sólo podéis resolverlo por medios justos, es decir, por la verdadera educación, no por un ideal de “no guerra”, sino comprendiendo las causas de la guerra, que estriban en nuestra actitud frente a la vida, en nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Sin un cambio de corazón, sin buena voluntad, las solas organizaciones no habrán de traer la paz, cosa que la Liga de las Naciones y la ONU han revelado. Confiar en los gobiernos, esperar de organizaciones externas una transformación que debe empezar por cada uno de nosotros, es esperar en vano. Lo que tenemos que hacer es transformarnos a nosotros mismos, o sea, llegar a darnos cuenta de nuestros propios actos, pensamientos y sentimientos en la vida de todos los días.

   … Es obvio que existen medios equivocados de subsistencia. Quien contribuye a la fabricación de armas y otros métodos para asesinar a sus semejantes, ciertamente está apoyando con su labor la violencia, lo cual nunca traerá paz al mundo. El político que ya sea por beneficiar a su nación, a sí mismo o a una ideología, se ocupa de gobernar y explotar a otros, sin duda alguna está empleando medios de subsistencia equivocados, que conducen a la guerra, a la desdicha y al dolor humano. El sacerdote que se apega a un prejuicio, dogma o creencia en particular para una forma particular de culto y oración también está utilizando medios de subsistencia equivocados, porque sólo está propagando ignorancia e intolerancia, las cuales ponen a los hombres uno en contra de otro. Cualquier profesión que genera y mantiene las divisiones y los conflictos entre los seres humanos, obviamente es un medio de subsistencia equivocado. Tales ocupaciones conducen a la explotación y a la rivalidad.

   … Si uno cambia, ello afectará a toda la humanidad. Es importante considerar esto, no de manera vaga o superficial, al investigar, buscar, examinar las causas de la guerra. La guerra sólo puede comprenderse y se le puede poner fin, si uno mismo y todos aquellos que se interesan profundamente en la supervivencia del ser humano, sienten que son totalmente responsables por la matanza de otros. ¿Qué es lo que nos hará cambiar? ¿Qué hará que nos demos cuenta de la espantosa situación que ahora hemos originado? ¿Qué hará que nos opongamos a toda división religiosa, nacional, ética, etc? ¿Lo hará un mayor sufrimiento? ¡Pero si hemos tenido miles y miles de años de sufrimiento y el hombre no ha cambiado! Aún prosigue la misma tradición, el mismo sentimiento tribal, las mismas divisiones religiosas de ‘mi dios’ y ‘tu dios’.

   … Los dioses y sus representantes los ha inventado el pensamiento, no tienen una realidad factual en nuestra vida cotidiana. Casi todas las religiones han dicho que matar seres humanos es el mayor de los pecados. Mucho antes del cristianismo, los hindúes decían esto, lo decían los budistas, y no obstante la gente mata a pesar de su creencia en un dios o de su creencia en un salvador y cosas así, y continúa por la senda de la matanza humana.

   … Pero, aunque las religiones hablan de paz en la Tierra, contribuyen al desorden porque ellas son un factor de división. Las iglesias siempre han adoptado alguna posición política en tiempos de crisis, de manera que realmente son organizaciones políticas, y hemos visto que toda acción política divide. Las iglesias nunca han rechazado la guerra, sino todo lo contrario, han luchado en combate. Ahora bien, si dejamos a un lado las recetas religiosas, de la misma manera que descartamos las fórmulas políticas, ¿qué nos queda? ¿qué vamos a hacer? Es lógico que haya orden cívico, debemos tener agua en la casa. Si destruimos ese orden cívico nos veremos obligados a empezar nuevamente desde el principio. Así pues, ¿qué debe hacer uno?

   … La verdadera revolución es interesarse en un cambio radical. La única revolución es la revolución entre hombre y hombre, entre seres humanos. Este es nuestro único interés. En esa revolución no hay proyectos, ni ideologías, ni utopías conceptuales. Tenemos que ver el hecho de la relación actual entre los hombres y cambiarla radicalmente; esa es la verdadera cuestión. Y esa revolución debe ser inmediata, no debe llevar tiempo. No es algo que se logre de forma progresiva, como evolución.

   … ¿La medida de la verdad depende acaso de la experiencia? ¿La experiencia misma no es una barrera para el entendimiento de la verdad? Actualmente sois a la vez el producto y el instrumento de la sociedad, ¿no es así? Toda educación condiciona al niño para tal fin. Si esto lo consideráis ajustándoos a los hechos, vosotros sois el producto de la sociedad; sois franceses, ingleses, hindúes, que creen en esto o en aquello. Sois, asimismo, instrumentos de la sociedad. Cuando la sociedad dice “marchad a la guerra", todos vosotros vais en tropel a la guerra. Cuando la sociedad dice: "pertenecéis a esta religión en particular", repetís la fórmula, las frases, el dogma. Sois pues, tanto instrumentos de la sociedad como productos de la sociedad, lo cual es un hecho evidente. Os plazca o no, es así.

   Estamos relacionados con el odio, el egoísmo y la agresividad común, y esa violencia establece la cultura y la sociedad en la que vivimos. La división que hemos establecido entre la mente y el corazón es la que nos separa; vivimos divididos entre dios y el odio, entre el amor y la violencia, y en esa dualidad toda la cultura del hombre se desarrolla y decae. La unidad del ser humano no reside en ninguna de las estructuras que ha inventado la mente. La cooperación no está en la complejidad del intelecto. Entre el amor y el odio no puede haber unidad y, sin embargo, eso es lo que la mente trata de lograr y establecer. La unidad se encuentra fuera de este campo y el pensamiento no puede alcanzarla. El pensamiento ha elaborado esta cultura de agresividad, de competitividad y guerra y, no obstante, ese mismo pensamiento es el que trata de encontrar el orden y la paz. Pero, haga lo que haga, el pensamiento no puede alcanzar el orden y la paz. Para que haya amor, el pensamiento debe estar en silencio.”

    J. Krshnamurti



        

¿POR QUÉ SE PERTENECE A UNA ORGANIZACIÓN RELIGIOSA EN PARTICULAR?

    “… ¿Por qué se pertenece a una organización religiosa en particular? Obviamente debemos tener organizaciones para repartir cartas, la leche, etc. Pero, ¿por qué la mente se aferra a los dogmas? ¿No se aferra acaso porque en el dogma y en la creencia encuentra seguridad, algo de qué depender? El ser indefinido, inseguro, miedoso, proyecta una creencia o se aferra a un dogma de los que ofrecen algunas iglesias u otras organizaciones.

   … Es obvio que cada uno de nosotros quiere ser algo; y vemos que ese deseo de ser algo engendra antagonismo, arrogancia, crimen. También vemos que trae una estructura social que estimula ese mismo deseo, y en la cual el individuo deja de existir, porque la mente queda atrapada en la organización del poder. Viendo todo este proceso, ¿puede desaparecer por completo el deseo de ser algo? Desde luego que sólo cuando la mente es capaz de completo y directo pensar, no influido por ninguna actividad egocéntrica, es cuando puede descubrir qué es lo real; y estando atrapada en este deseo extraordinariamente complejo de ser algo, ¿le es posible a la mente liberarse por completo? Si el problema y sus implicaciones están claros podemos seguir adelante. Pero si decís: ‘Tomará tiempo liberarse del deseo de ser algo’, entonces ya estaréis considerando el problema con un prejuicio, con lo que se llama una mente educada. Vuestra educación, o el Gita, o vuestro gurú, os han dicho que ello tomará tiempo; así, cuando abordáis el problema ya tenéis una opinión preconcebida sobre él.

   Ahora bien, ¿le es posible a la mente eliminar instantáneamente este deseo de ser algo, y por lo tanto no volver a crear jamás un líder, por haberse convertido en un secuaz? Es el secuaz quien crea al líder, de otro modo no hay líder; y en cuanto os convertís en un secuaz, sois una entidad imitadora, por lo que perdéis la individualidad creadora. ¿Puede pues, la mente eliminar por completo este sentido de seguimiento, este sentido de tiempo, este querer ser algo? Podéis eliminarlo sólo cuando le concedéis toda vuestra atención. Os ruego veáis esto. Cuando le concedéis vuestra entera atención y sois por completo observador, cuando os dais plena cuenta del hecho de que la mente está buscando poder, posición de que quiere ser algo, sólo entonces podéis estar libre. Explicaré qué entiendo por ‘atención completa’.

   La atención no ha de ser forzada, regulada, la mente no ha de ser forzada a prestar atención a algo. Os ruego consideréis esto, si hacéis el favor. Desde el momento en que tengáis un motivo para la atención, no habrá atención, porque el motivo es más importante que el prestar atención. Para que cese por completo el deseo de ser algo, se debe prestar atención completa a ese deseo. Pero no podéis prestarle completa atención si hay alguna motivación, intención de eliminar ese deseo con el fin de lograr alguna otra cosa; y nuestras mentes están adiestradas, no para prestar atención, sino para obtener de la atención un resultado. Sólo prestáis atención cuando sacáis algo de ello; pero aquí semejante atención es una obstrucción, y creo que es muy importante comprender esto desde el principio mismo.

   Cualquier forma de atención que tenga un objetivo, se convierte en desatención, engendra indolencia; y la indolencia es uno de los factores que impiden la eliminación inmediata del deseo de que hablamos. La mente puede eliminar un particular deseo sólo cuando le concede completa atención; y no puede prestarle completa atención mientras esté buscando un resultado. Ese es uno de los factores de la desatención; y otro factor es cualquier forma de explicación, de verbalización. Es decir, no puede haber atención mientras la mente tenga explicaciones de por qué está buscando poder, posición, prestigio. Cuando estáis tratando de explicar la causa de todo eso, hay desatención; por consiguiente, nunca hallaréis libertad por medio de la explicación.

   … No sé. Si usted es apasionado, sabrá lo que significa estar alerta, estar atento y, en consecuencia, no seguir ya buscando seguridad. Por lo tanto, usted ya no actúa ni piensa en términos de fragmentación. Mire lo que le ha sucedido a una mente que ha pasado por todas las cosas de las que hemos estado hablando, por todas las discusiones e intercambio de palabras. ¿Qué le ha sucedido a una mente que ha escuchado esto realmente?

   En primer lugar, se ha vuelto sensible, no sólo mental sino también físicamente. Ha dejado el tabaco, la bebida y las drogas. Y al tratar este asunto de la atención, verá que la mente ya no está buscando nada en absoluto ni afirmando nada. Una mente así es completamente móvil y, sin embargo, estable. Partiendo de esa estabilidad y sensibilidad puede actuar sin dividir la vida o la energía en fragmentos. Aparte de la acción, parte de la estabilidad, ¿qué encuentra una mente así? El hombre ha buscado siempre lo que cree que es Dios, la Verdad; siempre se ha esforzado por encontrarlo, llevado por el miedo, por su desesperanza, por su desesperación y desorden. Lo buscó y creyó haberlo encontrado. Entonces empezó a organizar ese descubrimiento. Pues bien, la mente que es estable, sumamente móvil y sensible no está buscando; ve algo que nunca se ha encontrado; es decir, para una mente así, el tiempo no existe en absoluto, lo cual no significa que vaya a perder el tren. Hay un estado que es intemporal y, por lo tanto, increíblemente inmenso. Es algo de lo más maravilloso, si usted da con ello. Puedo describirlo, pero la descripción no es lo descrito. Es usted el que ha de aprender todo esto, observándose a sí mismo.

   Ningún libro, ningún maestro puede enseñarle al respecto. No dependa de nadie, no se una a organizaciones espirituales; uno tiene que aprender todo esto por sí mismo. Y la mente descubrirá cosas que son increíbles. Pero para lograrlo, no debe haber fragmentación alguna y, por lo tanto, habrá inmensa estabilidad, vivacidad y movilidad. Para una mente así no existe el tiempo y, como resultado, todo este concepto de la muerte y de la vida adquiere un sentido muy diferente.

   … Hay esperanza en el individuo; en usted, no en un sistema, no en el proyecto de una sociedad planificada ni en ninguna organización religiosa, sino en usted, en el individuo.”    

    J. Krishnamurti




                

¿QUÉ LE OCURRE A LA MENTE CUANDO REPETÍS SIN CESAR CIERTAS ORACIONES?

 DIÁLOGO
    Viernes 26 Septiembre 18 a 20 h.
Metro Santo Domingo     
   Contacto: angel2vv@hotmail.com

   “… Veamos qué entendemos por oración; luego averiguaremos cuál es su objeto. ¿Qué entendéis por oración? ¿Cuándo oráis? No cuando sois felices, ni cuando estáis deleitados, ni cuando en vosotros hay alegría o placer. Rezáis tan sólo cuando os halláis en confusión, en dificultades, y entonces vuestra plegaria es una petición. Un hombre en dificultades reza, lo cual significa que él implora, que necesita ayuda. Suplica, pide que se le consuele. De suerte que el hombre que está contento, que es feliz, el hombre que ve muy claramente y comprende la realidad en la acción de cada día, un hombre así no tiene necesidad de rezar. No rezáis cuando estáis gozosos, no rezáis cuando hay deleite en vuestro corazón. Sólo rezáis cuando hay confusión, o bien vuestro rezo es una súplica mendicante, un pedido de ayuda, de consuelo, de alivio. ¿No es así? En otros términos, estáis confusos, y queréis que alguna fuerza externa os saque de esa confusión. Deseáis que alguien os ayude, y cuantos más elementos psicológicos hay en vuestro problema, tanto más urgente es el reclamo de ayuda exterior. De suerte que imploráis a Dios, o si sois personas modernas, recurrís a un psicólogo; o bien, para escapar a esa confusión, repetís una cantidad de palabras.

   Asistís a diversas reuniones donde se reza, y donde sois pastoreados y colocados en cierto estado hipnótico, y creéis que tenéis la respuesta. Se trata de hechos reales. No estoy inventando, no hago sino mostrar lo que implica eso que entendéis por oración. Así como recurrimos a un médico en caso de dolencia física, cuando nos hallamos en estado de confusión psicológica nos evadimos hacia el hipnotismo en masa, o imploramos ayuda a alguna fuerza externa. Es eso lo que hacemos, ¿verdad? Estoy pensando en alta voz por vosotros, nada os impongo. De suerte que nuestra oración no va dirigida a la verdad, sino a una fuerza externa que llamamos guía, “gurú” o Dios. Esto es, cuando estamos apenados, en conflicto psicológico, recurrimos a alguien. Es el instinto natural de un chico que recurre a su padre para que lo ayude. Cuando no comprendo mis relaciones con la gente, cuando me hallo en estado de confusión, llamo a alguien que me ayude. Eso es un instinto natural, ¿no es cierto? 

   … ¿Qué sucede cuando rezáis? ¿Qué hacéis cuando rezáis? Repetís ciertas palabras, ciertas frases. ¿Qué le ocurre a la mente cuando repetís sin cesar ciertas oraciones? Mediante la repetición de frases, la mente es aquietada. No está quieta, sino aquietada. Hay una diferencia entre una mente quieta y una mente aquietada. La mente aquietada por la repetición ha sido hipnotizada, compelida al silencio. ¿Y qué ocurre cuando la mente, hipnotizada, entra en silencio? ¿Qué sucede cuando la mente es aquietada de un modo artificial? ¿Lo habéis pensado? Pensadlo bien y ved adonde ello conduce. Tenéis que prestar un poco de atención, que experimentar con vosotros mismos y no ser distraídos por los que entran y salen.

   Bueno, ¿qué le sucede a una mente que es aquietada? Esto es, tenéis un problema y deseáis hallar una respuesta. Por eso rezáis, lo cual es una repetición de ciertas frases, y gracias a eso la mente se ve aquietada. ¿Qué relación hay entre esa mente hipnotizada y el problema? Os ruego prestéis a esto un poco de atención. Deseáis hallar una respuesta al problema y por lo tanto empleáis, cantáis ciertas palabras para aquietar la mente; es decir, queréis una respuesta satisfactoria al problema, una respuesta que resulte grata, no una respuesta que os contradiga. Así pues, cuando oráis y aquietáis la mente por medio de palabras, buscáis una respuesta que sea satisfactoria. Ya habéis concebido la respuesta, que tiene que ser satisfactoria; hallaréis, por consiguiente, tal respuesta. Ved, señores, por favor, la importancia de esto. Vosotros creáis lo que deseáis, embotando y aquietando la mente. Forzando la mente a rezar ya habéis establecido lo que queréis, una respuesta que sea satisfactoria, apacible, completamente grata. Por lo tanto, la mente que busca una respuesta al problema mediante la oración encontrará la respuesta que sea satisfactoria; ello está pues, arreglado, y decís que la respuesta es de Dios. Es por eso que los dirigentes políticos gritan que ellos representan a Dios, o que Dios les ha hablado directamente; por haberse identificado con el país, obtienen una respuesta satisfactoria.

   ¿Qué le sucede pues, a una mente que no está dispuesta a comprender el problema y de ese modo busca la respuesta de una fuerza externa? Consciente o inconscientemente, ella consigue una respuesta satisfactoria, de otro modo rechazaría la respuesta. Esto es, los que rezan buscan satisfacción, y son por lo tanto incapaces de comprender el problema en sí. Cuando la mente es aquietada mediante la oración, lo inconsciente, que es el residuo de vuestras propias conclusiones satisfactorias, se proyecta en la mente consciente, y por eso vuestra oración recibe respuesta. Cuando rezáis pues, buscáis una evasión, la felicidad; y la fuerza externa que os responde es vuestra propia satisfacción, vuestra propia identificación, consciente o inconsciente, con un determinado deseo que queréis satisfacer .

   … Así pues, el hombre que quiere comprender cualquier problema, sólo puede comprenderlo cuando la mente está quieta y no toma partido. Cuando queréis comprender el problema del desempleo, de la miseria humana, no podéis tomar partido. Pero vuestros políticos desean que lo toméis. Si es que habéis de comprender el problema, no puede haber bandos, porque el problema no es asunto de opinión, no exige una ideología. Exige que lo consideréis claramente para comprender su contenido, y no podéis comprender el contenido de un problema si tenéis un tamiz ideológico entre vosotros y el problema. De un modo análogo, la oración sin conocimiento propio conduce a la ignorancia, a la ilusión. El conocimiento propio es meditación, y sin conocimiento propio no hay meditación. La meditación no consiste en fijar la mente en algún objeto; meditar es comprender `lo que es´ en la vida de relación. Entonces la mente no necesita que se la fuerce a estar quieta. Entonces la mente es en extremo sensible, y por lo tanto altamente receptiva. Pero el disciplinar la mente para que esté quieta destruye la sensibilidad.”

     J. Krishnamurti 


                

LA MEDITACIÓN NO ES ALGO SEPARADO DE LA VIDA

  DIÁLOGO
    Viernes 26 Septiembre 18 a 20 h.
Metro Santo Domingo        
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 “… La verdad, ¿es la continuación, el cultivo de la memoria? ¿O la verdad puede descubrirse sólo cuando la mente se halla por completo quieta, silenciosa? Cuando mi mente no está presa en los recuerdos, cuando no cultiva la memoria como el centro del reconocimiento, sino que está atenta a todo lo que digo, a todo lo que hago en mis relaciones, en mis actividades, viendo la verdad de todo tal como se manifiesta de instante en instante, ese es, por cierto, el camino de la meditación, ¿verdad? Hay comprensión tan sólo cuando la mente está quieta, y la mente no puede estar quieta mientras se desconoce a sí misma. Ese desconocimiento no se disipa mediante ninguna forma de disciplina, ni yendo en pos de ninguna autoridad, antigua o moderna. Las creencias sólo generan resistencia, aislamiento, y donde hay aislamiento no es posible que haya serenidad. La serenidad interna adviene únicamente cuando comprendo todo el proceso de mí mismo, las diversas entidades que componen el «yo» y están en conflicto la una con la otra. Como esta es una tarea ardua, recurrimos a otros para aprender distintos trucos, a los que llamamos «meditación». Los trucos de la mente no son la meditación. La meditación es el principio del conocimiento propio; sin meditación, no hay conocimiento propio.

   … Voy a investigar, paso a paso, qué es la meditación. Por favor, no espere hasta el final confiando en tener una descripción completa de cómo meditar. Lo que estamos haciendo ahora forma parte de la meditación. Y bien, lo que uno debe hacer es estar atento al pensador, no tratar de resolver la contradicción produciendo una integración entre el pensamiento y el pensador. El pensador es la entidad psicológica que ha acumulado experiencia como conocimiento; es el centro que nos ata al tiempo, y es el resultado de la siempre cambiante influencia ambiental; desde este centro el pensador mira, escucha, experimenta. En tanto uno no comprenda la estructura y anatomía de este centro, el conflicto es siempre inevitable, y una mente en conflicto no puede comprender la profundidad y belleza de la meditación.

   En la meditación no puede haber un pensador, lo cual implica que debe terminarse el pensamiento, el pensamiento urgido por el deseo de alcanzar un resultado. La meditación no tiene nada que ver con alcanzar un resultado. No es cuestión de respirar de una manera especial o de mirarse la nariz o de despertar el poder de realizar ciertos trucos, y todo lo demás de ese inmaduro disparate. La meditación no es algo separado de la vida. Cuando usted conduce un auto, o se encuentra sentado en el autobús, cuando está charlando sin objeto, cuando camina a solas por el bosque o contempla una mariposa llevada por el viento..., si está pasivamente alerta a todo eso, ello forma parte de la meditación.

   … No sé si alguna vez ha considerado o examinado todo el proceso de la verbalización, el proceso de nombrar. Si lo ha hecho habrá encontrado que es una cosa interesante, sorprendente y muy estimulante. Cuando damos un nombre a cualquier cosa que experimentamos, vemos o sentimos, la palabra se vuelve extraordinariamente significativa, y la palabra es tiempo. El tiempo es espacio, y la palabra es el centro de ello. Todo pensar es verbalización, pensamos en palabras. ¿Puede la mente liberarse de la palabra? No diga: ¿cómo he de liberarme?

   Eso no tiene sentido. Formúlese esa pregunta a sí mismo y vea cuán esclavos son ustedes de palabras tales como India, Gita, comunismo, cristiano, ruso, estadounidense, inglés, la casta inferior y la casta superior a la de uno. La palabra amor, la palabra Dios, la palabra meditación; qué significado extraordinario hemos dado a estas palabras y cuán esclavos somos de ellas.

   … El pensamiento existe sólo en palabras o en imágenes. La meditación exige la más extraordinaria de las disciplinas, no la disciplina de la represión y el ajuste, sino esa que surge cuando uno observa su pensar, cuando hay una observación del pensamiento. Esa observación misma trae su propia disciplina, una disciplina extraordinaria, sutil, que es absolutamente necesaria.

   Señor, usted puede hacerlo en cualquier momento. Puede hacerlo cuando está sentado en un autobús; o sea, que puede prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa a su alrededor y a lo que ocurre dentro de usted, puede estar alerta a todo ese movimiento. Vea, la meditación es en realidad una forma de vaciar la mente de todo lo conocido. Sin esto, usted no puede dar con lo desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que vaciarse de todo el pasado. La Verdad, o Dios, o cualquier nombre que uno quiera darle, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda, del condicionamiento. El cristiano está condicionado por dos mil años de propaganda, el hindú, el budista, están igualmente condicionados. De modo que para ellos Dios o la Verdad es el resultado de la propaganda. Pero eso no es la Verdad. La Verdad es algo que vive día a día. Por lo tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la Verdad.

   … La persecución de su propia realización en el tiempo, es lo que impide la generosidad de la mente. Y uno necesita tener una mente generosa; no sólo una mente amplia, llena de espacio, sino también un corazón que se entregue sin pensarlo, sin un motivo, y que no busque ninguna recompensa a cambio. Pero ese dar, por poco o mucho que uno tenga, esa condición de espontaneidad expansiva sin restricción alguna, sin retener nada, es indispensable. No puede haber meditación sin generosidad, sin bondad, lo cual implica estar libre de orgullo, no trepar jamás la escalera del éxito, no saber nunca qué es ser famoso. Es morir para todo lo que uno ha logrado, morir en cada minuto del día. Sólo en un suelo así de fértil puede crecer y florecer la bondad. Y la meditación es el florecimiento de la bondad.

   … En la meditación, la imaginación no tiene cabida; es necesario dejarla completamente a un lado, porque la mente que se encuentra atrapada en la imaginación puede producir solamente ilusiones. La mente debe ser clara, sin movimiento; y es a la luz de esa claridad donde se revela lo eterno.”

    J. Krishnamurti