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SÓLO PUEDO COMPRENDER EL MIEDO CUANDO NO ESTOY HUYENDO DE ÉL, CUANDO NO LE OFREZCO RESISTENCIA

   “… ¿Cómo voy a comprender lo que es el miedo? Cómo, sin disciplinarlo, sin resistirlo, sin evitarlo, sin crear otras ilusiones, otros problemas, otros sistemas de gurús, de filósofos; ¿cómo he de hacerle frente, de comprenderlo, de librarme de él y trascenderlo? Sólo puedo comprender el miedo cuando no estoy huyendo de él, cuando no le ofrezco resistencia. De modo que tenemos que averiguar cuál es esta entidad que se resiste. ¿Quién es el yo que le ofrece resistencia al miedo? ¿Comprenden, señores? Es decir, yo estoy asustado, tengo miedo de lo que la gente pueda decir de mí, porque quiero ser una persona muy respetable; quiero triunfar en el mundo; quiero tener renombre, posición y autoridad. Así que una parte de mí está persiguiendo eso y por dentro sé que cualquier cosa que haga conducirá a la frustración, que lo que quiero hacer me obstaculizará. De modo que hay estos dos movimientos funcionando en mi interior; el primero, la entidad que quiere alcanzar su objetivo, convertirse en hombre de bien, tener éxito; y el otro, la entidad que siempre está temiendo que acaso no vaya a conseguirlo.

   … La fuerza motora que opera tras la voluntad es el miedo, y cuando comenzamos a darnos cuenta de esto, interviene el mecanismo del hábito ofreciendo nuevos escapes, nuevas esperanzas, nuevos dioses. Ahora bien, en este preciso instante, cuando la mente empieza a interferir con la comprensión respecto del miedo, es cuando debe haber una gran percepción alerta a fin de que no seamos apartados, distraídos por los ofrecimientos del intelecto, dado que la mente es sutil y astuta. Cuando sólo hay miedo, sin esperanza alguna de escape, en los momentos más sombríos, en la absoluta soledad del miedo, desde lo profundo del miedo mismo, por decirlo así, surge la luz que habrá de disiparlo.

   Cualesquiera sean los intentos que hagamos superficialmente, intelectualmente, para destruir el miedo mediante distintas formas de disciplina, de patrones de conducta, sólo crearemos otras formas de resistencia; y este es el hábito en el que estamos atrapados. Cuando ustedes preguntan cómo librarse del miedo, cómo acabar con los hábitos, en realidad están abordando el problema desde afuera, intelectualmente, y así la pregunta de ustedes nada significa. No pueden disolver el miedo apelando a la voluntad, porque la voluntad es hija del miedo; tampoco pueden destruirlo por medio del "amor", porque si el amor es utilizado con propósitos de destrucción, ya no es más amor sino otro nombre para la voluntad.

   … Existen pues, muchos motivos para que uno quiera disciplinarse; está el deseo de protegernos de varias maneras, mediante el logro, tratando de volvernos más sabios, más nobles, encontrando al Maestro, volviéndonos más virtuosos, siguiendo principios, ideales, anhelando la verdad, el amor, etc. Todo esto indica la acción del miedo, y los motivos nobles no hacen sino encubrir este miedo innato.

   … Inhibiendo, prohibiendo el miedo, no erradicamos su causa, sino que tan sólo producimos futuros factores de desorden y sufrimiento. Mediante la tolerante observación del miedo, estando alerta a cada una de sus manifestaciones, le permitimos que se revele a sí mismo; al seguirlo, sin identificarnos, con "benevolente objetividad", adviene en nosotros la comprensión creadora, lo único capaz de disolver la causa del miedo sin desarrollar su opuesto, el cual es otra forma del miedo.

   … Yo hablo del miedo psicológico, no de un miedo físico que uno trata de alejar, lo cual es natural. Considere usted el miedo a la muerte. ¿En qué consiste ese miedo? Dividimos la totalidad del fenómeno vital en vida y muerte. La vida es conocida, y de la muerte nada se sabe. ¿Se tiene miedo de lo que no se conoce, o más bien se tiene miedo de perder lo que uno conoce? Es evidente que vida y muerte son dos aspectos del mismo fenómeno. Si dejamos de considerarlos como dos fenómenos diferentes ya no hay más conflicto.

   … Y bien, ¿cuál es la causa del miedo? Escuchen, porque intentaré sugerirlo de una manera respetuosa. Háganse esa pregunta y no traten de responderla, porque si tratan de encontrar una respuesta, de averiguar la causa para luego eliminarla, significará que «ustedes» son diferentes del miedo. Pero, ¿son diferentes, o son el miedo? Si son codiciosos, ¿es la codicia diferente de ustedes? Si están enojados, ¿es el enfado diferente de ustedes? Ustedes son el enojo, son la codicia, son el miedo. Claro que lo son. ¿Pueden ver el hecho de que ustedes son el enojo, la codicia y el miedo? Al separarse del miedo dicen: «Debo hacer algo con el miedo». Pero ya llevan haciendo algo con el miedo cincuenta mil años, ya han inventado dioses, pujas, etc.

   … Encararlo, darse cuenta del miedo. Para aprender respecto del miedo no debe haber ninguna condena o justificación. Ese es un hecho. Por lo tanto, ¿puede la mente observar el miedo? ¿Qué es el miedo? Hay toda clase de miedos, miedo a la oscuridad, a la propia esposa, al propio marido, miedo a la guerra, miedo a una tormenta; tantos miedos psicológicos. Y uno no dispone en absoluto de tiempo para analizarlos todos. Eso llevaría toda una vida y aun así no los habría comprendido. 

   …Para una mente que se ha condicionado en la cultura del miedo con todas las complicadas consecuencias neuróticas de sus acciones, el formular siquiera la pregunta de si es posible estar completamente libre del miedo, es en sí mismo un problema. Un problema sólo existe cuando es insoluble, cuando no puede examinarse por completo y reaparece una y otra vez. Uno cree haber resuelto el problema del temor, pero sigue repitiéndose en diferentes formas. Si uno dice: "Es imposible", se ha bloqueado ya a sí mismo. Uno tiene que ser muy cuidadoso para no bloquearse a sí mismo, para no impedir la investigación de este problema del temor, hasta resolverlo completamente.”

    J. Krishnamurti



SIN UN CAMBIO DE CORAZÓN, SIN BUENA VOLUNTAD, LAS SOLAS ORGANIZACIONES NO HABRÁN DE TRAER LA PAZ

    “… Yo no creo que muchos de nosotros tengan una noción del abismo, de la degradación en que hemos caído. Si hay una tercera guerra, eso será el fin de todas las cosas. Puede que escapéis, pero vuestro problema será la cuarta guerra mundial, porque no hemos resuelto el problema del antagonismo entre los hombres. Y sólo podéis resolverlo por medios justos, es decir, por la verdadera educación, no por un ideal de “no guerra”, sino comprendiendo las causas de la guerra, que estriban en nuestra actitud frente a la vida, en nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Sin un cambio de corazón, sin buena voluntad, las solas organizaciones no habrán de traer la paz, cosa que la Liga de las Naciones y la ONU han revelado. Confiar en los gobiernos, esperar de organizaciones externas una transformación que debe empezar por cada uno de nosotros, es esperar en vano. Lo que tenemos que hacer es transformarnos a nosotros mismos, o sea, llegar a darnos cuenta de nuestros propios actos, pensamientos y sentimientos en la vida de todos los días.

   … Es obvio que existen medios equivocados de subsistencia. Quien contribuye a la fabricación de armas y otros métodos para asesinar a sus semejantes, ciertamente está apoyando con su labor la violencia, lo cual nunca traerá paz al mundo. El político que ya sea por beneficiar a su nación, a sí mismo o a una ideología, se ocupa de gobernar y explotar a otros, sin duda alguna está empleando medios de subsistencia equivocados, que conducen a la guerra, a la desdicha y al dolor humano. El sacerdote que se apega a un prejuicio, dogma o creencia en particular para una forma particular de culto y oración también está utilizando medios de subsistencia equivocados, porque sólo está propagando ignorancia e intolerancia, las cuales ponen a los hombres uno en contra de otro. Cualquier profesión que genera y mantiene las divisiones y los conflictos entre los seres humanos, obviamente es un medio de subsistencia equivocado. Tales ocupaciones conducen a la explotación y a la rivalidad.

   … Si uno cambia, ello afectará a toda la humanidad. Es importante considerar esto, no de manera vaga o superficial, al investigar, buscar, examinar las causas de la guerra. La guerra sólo puede comprenderse y se le puede poner fin, si uno mismo y todos aquellos que se interesan profundamente en la supervivencia del ser humano, sienten que son totalmente responsables por la matanza de otros. ¿Qué es lo que nos hará cambiar? ¿Qué hará que nos demos cuenta de la espantosa situación que ahora hemos originado? ¿Qué hará que nos opongamos a toda división religiosa, nacional, ética, etc? ¿Lo hará un mayor sufrimiento? ¡Pero si hemos tenido miles y miles de años de sufrimiento y el hombre no ha cambiado! Aún prosigue la misma tradición, el mismo sentimiento tribal, las mismas divisiones religiosas de ‘mi dios’ y ‘tu dios’.

   … Los dioses y sus representantes los ha inventado el pensamiento, no tienen una realidad factual en nuestra vida cotidiana. Casi todas las religiones han dicho que matar seres humanos es el mayor de los pecados. Mucho antes del cristianismo, los hindúes decían esto, lo decían los budistas, y no obstante la gente mata a pesar de su creencia en un dios o de su creencia en un salvador y cosas así, y continúa por la senda de la matanza humana.

   … Pero, aunque las religiones hablan de paz en la Tierra, contribuyen al desorden porque ellas son un factor de división. Las iglesias siempre han adoptado alguna posición política en tiempos de crisis, de manera que realmente son organizaciones políticas, y hemos visto que toda acción política divide. Las iglesias nunca han rechazado la guerra, sino todo lo contrario, han luchado en combate. Ahora bien, si dejamos a un lado las recetas religiosas, de la misma manera que descartamos las fórmulas políticas, ¿qué nos queda? ¿qué vamos a hacer? Es lógico que haya orden cívico, debemos tener agua en la casa. Si destruimos ese orden cívico nos veremos obligados a empezar nuevamente desde el principio. Así pues, ¿qué debe hacer uno?

   … La verdadera revolución es interesarse en un cambio radical. La única revolución es la revolución entre hombre y hombre, entre seres humanos. Este es nuestro único interés. En esa revolución no hay proyectos, ni ideologías, ni utopías conceptuales. Tenemos que ver el hecho de la relación actual entre los hombres y cambiarla radicalmente; esa es la verdadera cuestión. Y esa revolución debe ser inmediata, no debe llevar tiempo. No es algo que se logre de forma progresiva, como evolución.

   … ¿La medida de la verdad depende acaso de la experiencia? ¿La experiencia misma no es una barrera para el entendimiento de la verdad? Actualmente sois a la vez el producto y el instrumento de la sociedad, ¿no es así? Toda educación condiciona al niño para tal fin. Si esto lo consideráis ajustándoos a los hechos, vosotros sois el producto de la sociedad; sois franceses, ingleses, hindúes, que creen en esto o en aquello. Sois, asimismo, instrumentos de la sociedad. Cuando la sociedad dice “marchad a la guerra", todos vosotros vais en tropel a la guerra. Cuando la sociedad dice: "pertenecéis a esta religión en particular", repetís la fórmula, las frases, el dogma. Sois pues, tanto instrumentos de la sociedad como productos de la sociedad, lo cual es un hecho evidente. Os plazca o no, es así.

   Estamos relacionados con el odio, el egoísmo y la agresividad común, y esa violencia establece la cultura y la sociedad en la que vivimos. La división que hemos establecido entre la mente y el corazón es la que nos separa; vivimos divididos entre dios y el odio, entre el amor y la violencia, y en esa dualidad toda la cultura del hombre se desarrolla y decae. La unidad del ser humano no reside en ninguna de las estructuras que ha inventado la mente. La cooperación no está en la complejidad del intelecto. Entre el amor y el odio no puede haber unidad y, sin embargo, eso es lo que la mente trata de lograr y establecer. La unidad se encuentra fuera de este campo y el pensamiento no puede alcanzarla. El pensamiento ha elaborado esta cultura de agresividad, de competitividad y guerra y, no obstante, ese mismo pensamiento es el que trata de encontrar el orden y la paz. Pero, haga lo que haga, el pensamiento no puede alcanzar el orden y la paz. Para que haya amor, el pensamiento debe estar en silencio.”

    J. Krshnamurti



        

¿POR QUÉ SE PERTENECE A UNA ORGANIZACIÓN RELIGIOSA EN PARTICULAR?

    “… ¿Por qué se pertenece a una organización religiosa en particular? Obviamente debemos tener organizaciones para repartir cartas, la leche, etc. Pero, ¿por qué la mente se aferra a los dogmas? ¿No se aferra acaso porque en el dogma y en la creencia encuentra seguridad, algo de qué depender? El ser indefinido, inseguro, miedoso, proyecta una creencia o se aferra a un dogma de los que ofrecen algunas iglesias u otras organizaciones.

   … Es obvio que cada uno de nosotros quiere ser algo; y vemos que ese deseo de ser algo engendra antagonismo, arrogancia, crimen. También vemos que trae una estructura social que estimula ese mismo deseo, y en la cual el individuo deja de existir, porque la mente queda atrapada en la organización del poder. Viendo todo este proceso, ¿puede desaparecer por completo el deseo de ser algo? Desde luego que sólo cuando la mente es capaz de completo y directo pensar, no influido por ninguna actividad egocéntrica, es cuando puede descubrir qué es lo real; y estando atrapada en este deseo extraordinariamente complejo de ser algo, ¿le es posible a la mente liberarse por completo? Si el problema y sus implicaciones están claros podemos seguir adelante. Pero si decís: ‘Tomará tiempo liberarse del deseo de ser algo’, entonces ya estaréis considerando el problema con un prejuicio, con lo que se llama una mente educada. Vuestra educación, o el Gita, o vuestro gurú, os han dicho que ello tomará tiempo; así, cuando abordáis el problema ya tenéis una opinión preconcebida sobre él.

   Ahora bien, ¿le es posible a la mente eliminar instantáneamente este deseo de ser algo, y por lo tanto no volver a crear jamás un líder, por haberse convertido en un secuaz? Es el secuaz quien crea al líder, de otro modo no hay líder; y en cuanto os convertís en un secuaz, sois una entidad imitadora, por lo que perdéis la individualidad creadora. ¿Puede pues, la mente eliminar por completo este sentido de seguimiento, este sentido de tiempo, este querer ser algo? Podéis eliminarlo sólo cuando le concedéis toda vuestra atención. Os ruego veáis esto. Cuando le concedéis vuestra entera atención y sois por completo observador, cuando os dais plena cuenta del hecho de que la mente está buscando poder, posición de que quiere ser algo, sólo entonces podéis estar libre. Explicaré qué entiendo por ‘atención completa’.

   La atención no ha de ser forzada, regulada, la mente no ha de ser forzada a prestar atención a algo. Os ruego consideréis esto, si hacéis el favor. Desde el momento en que tengáis un motivo para la atención, no habrá atención, porque el motivo es más importante que el prestar atención. Para que cese por completo el deseo de ser algo, se debe prestar atención completa a ese deseo. Pero no podéis prestarle completa atención si hay alguna motivación, intención de eliminar ese deseo con el fin de lograr alguna otra cosa; y nuestras mentes están adiestradas, no para prestar atención, sino para obtener de la atención un resultado. Sólo prestáis atención cuando sacáis algo de ello; pero aquí semejante atención es una obstrucción, y creo que es muy importante comprender esto desde el principio mismo.

   Cualquier forma de atención que tenga un objetivo, se convierte en desatención, engendra indolencia; y la indolencia es uno de los factores que impiden la eliminación inmediata del deseo de que hablamos. La mente puede eliminar un particular deseo sólo cuando le concede completa atención; y no puede prestarle completa atención mientras esté buscando un resultado. Ese es uno de los factores de la desatención; y otro factor es cualquier forma de explicación, de verbalización. Es decir, no puede haber atención mientras la mente tenga explicaciones de por qué está buscando poder, posición, prestigio. Cuando estáis tratando de explicar la causa de todo eso, hay desatención; por consiguiente, nunca hallaréis libertad por medio de la explicación.

   … No sé. Si usted es apasionado, sabrá lo que significa estar alerta, estar atento y, en consecuencia, no seguir ya buscando seguridad. Por lo tanto, usted ya no actúa ni piensa en términos de fragmentación. Mire lo que le ha sucedido a una mente que ha pasado por todas las cosas de las que hemos estado hablando, por todas las discusiones e intercambio de palabras. ¿Qué le ha sucedido a una mente que ha escuchado esto realmente?

   En primer lugar, se ha vuelto sensible, no sólo mental sino también físicamente. Ha dejado el tabaco, la bebida y las drogas. Y al tratar este asunto de la atención, verá que la mente ya no está buscando nada en absoluto ni afirmando nada. Una mente así es completamente móvil y, sin embargo, estable. Partiendo de esa estabilidad y sensibilidad puede actuar sin dividir la vida o la energía en fragmentos. Aparte de la acción, parte de la estabilidad, ¿qué encuentra una mente así? El hombre ha buscado siempre lo que cree que es Dios, la Verdad; siempre se ha esforzado por encontrarlo, llevado por el miedo, por su desesperanza, por su desesperación y desorden. Lo buscó y creyó haberlo encontrado. Entonces empezó a organizar ese descubrimiento. Pues bien, la mente que es estable, sumamente móvil y sensible no está buscando; ve algo que nunca se ha encontrado; es decir, para una mente así, el tiempo no existe en absoluto, lo cual no significa que vaya a perder el tren. Hay un estado que es intemporal y, por lo tanto, increíblemente inmenso. Es algo de lo más maravilloso, si usted da con ello. Puedo describirlo, pero la descripción no es lo descrito. Es usted el que ha de aprender todo esto, observándose a sí mismo.

   Ningún libro, ningún maestro puede enseñarle al respecto. No dependa de nadie, no se una a organizaciones espirituales; uno tiene que aprender todo esto por sí mismo. Y la mente descubrirá cosas que son increíbles. Pero para lograrlo, no debe haber fragmentación alguna y, por lo tanto, habrá inmensa estabilidad, vivacidad y movilidad. Para una mente así no existe el tiempo y, como resultado, todo este concepto de la muerte y de la vida adquiere un sentido muy diferente.

   … Hay esperanza en el individuo; en usted, no en un sistema, no en el proyecto de una sociedad planificada ni en ninguna organización religiosa, sino en usted, en el individuo.”    

    J. Krishnamurti




                

¿QUÉ LE OCURRE A LA MENTE CUANDO REPETÍS SIN CESAR CIERTAS ORACIONES?

 DIÁLOGO
    Viernes 26 Septiembre 18 a 20 h.
Metro Santo Domingo     
   Contacto: angel2vv@hotmail.com

   “… Veamos qué entendemos por oración; luego averiguaremos cuál es su objeto. ¿Qué entendéis por oración? ¿Cuándo oráis? No cuando sois felices, ni cuando estáis deleitados, ni cuando en vosotros hay alegría o placer. Rezáis tan sólo cuando os halláis en confusión, en dificultades, y entonces vuestra plegaria es una petición. Un hombre en dificultades reza, lo cual significa que él implora, que necesita ayuda. Suplica, pide que se le consuele. De suerte que el hombre que está contento, que es feliz, el hombre que ve muy claramente y comprende la realidad en la acción de cada día, un hombre así no tiene necesidad de rezar. No rezáis cuando estáis gozosos, no rezáis cuando hay deleite en vuestro corazón. Sólo rezáis cuando hay confusión, o bien vuestro rezo es una súplica mendicante, un pedido de ayuda, de consuelo, de alivio. ¿No es así? En otros términos, estáis confusos, y queréis que alguna fuerza externa os saque de esa confusión. Deseáis que alguien os ayude, y cuantos más elementos psicológicos hay en vuestro problema, tanto más urgente es el reclamo de ayuda exterior. De suerte que imploráis a Dios, o si sois personas modernas, recurrís a un psicólogo; o bien, para escapar a esa confusión, repetís una cantidad de palabras.

   Asistís a diversas reuniones donde se reza, y donde sois pastoreados y colocados en cierto estado hipnótico, y creéis que tenéis la respuesta. Se trata de hechos reales. No estoy inventando, no hago sino mostrar lo que implica eso que entendéis por oración. Así como recurrimos a un médico en caso de dolencia física, cuando nos hallamos en estado de confusión psicológica nos evadimos hacia el hipnotismo en masa, o imploramos ayuda a alguna fuerza externa. Es eso lo que hacemos, ¿verdad? Estoy pensando en alta voz por vosotros, nada os impongo. De suerte que nuestra oración no va dirigida a la verdad, sino a una fuerza externa que llamamos guía, “gurú” o Dios. Esto es, cuando estamos apenados, en conflicto psicológico, recurrimos a alguien. Es el instinto natural de un chico que recurre a su padre para que lo ayude. Cuando no comprendo mis relaciones con la gente, cuando me hallo en estado de confusión, llamo a alguien que me ayude. Eso es un instinto natural, ¿no es cierto? 

   … ¿Qué sucede cuando rezáis? ¿Qué hacéis cuando rezáis? Repetís ciertas palabras, ciertas frases. ¿Qué le ocurre a la mente cuando repetís sin cesar ciertas oraciones? Mediante la repetición de frases, la mente es aquietada. No está quieta, sino aquietada. Hay una diferencia entre una mente quieta y una mente aquietada. La mente aquietada por la repetición ha sido hipnotizada, compelida al silencio. ¿Y qué ocurre cuando la mente, hipnotizada, entra en silencio? ¿Qué sucede cuando la mente es aquietada de un modo artificial? ¿Lo habéis pensado? Pensadlo bien y ved adonde ello conduce. Tenéis que prestar un poco de atención, que experimentar con vosotros mismos y no ser distraídos por los que entran y salen.

   Bueno, ¿qué le sucede a una mente que es aquietada? Esto es, tenéis un problema y deseáis hallar una respuesta. Por eso rezáis, lo cual es una repetición de ciertas frases, y gracias a eso la mente se ve aquietada. ¿Qué relación hay entre esa mente hipnotizada y el problema? Os ruego prestéis a esto un poco de atención. Deseáis hallar una respuesta al problema y por lo tanto empleáis, cantáis ciertas palabras para aquietar la mente; es decir, queréis una respuesta satisfactoria al problema, una respuesta que resulte grata, no una respuesta que os contradiga. Así pues, cuando oráis y aquietáis la mente por medio de palabras, buscáis una respuesta que sea satisfactoria. Ya habéis concebido la respuesta, que tiene que ser satisfactoria; hallaréis, por consiguiente, tal respuesta. Ved, señores, por favor, la importancia de esto. Vosotros creáis lo que deseáis, embotando y aquietando la mente. Forzando la mente a rezar ya habéis establecido lo que queréis, una respuesta que sea satisfactoria, apacible, completamente grata. Por lo tanto, la mente que busca una respuesta al problema mediante la oración encontrará la respuesta que sea satisfactoria; ello está pues, arreglado, y decís que la respuesta es de Dios. Es por eso que los dirigentes políticos gritan que ellos representan a Dios, o que Dios les ha hablado directamente; por haberse identificado con el país, obtienen una respuesta satisfactoria.

   ¿Qué le sucede pues, a una mente que no está dispuesta a comprender el problema y de ese modo busca la respuesta de una fuerza externa? Consciente o inconscientemente, ella consigue una respuesta satisfactoria, de otro modo rechazaría la respuesta. Esto es, los que rezan buscan satisfacción, y son por lo tanto incapaces de comprender el problema en sí. Cuando la mente es aquietada mediante la oración, lo inconsciente, que es el residuo de vuestras propias conclusiones satisfactorias, se proyecta en la mente consciente, y por eso vuestra oración recibe respuesta. Cuando rezáis pues, buscáis una evasión, la felicidad; y la fuerza externa que os responde es vuestra propia satisfacción, vuestra propia identificación, consciente o inconsciente, con un determinado deseo que queréis satisfacer .

   … Así pues, el hombre que quiere comprender cualquier problema, sólo puede comprenderlo cuando la mente está quieta y no toma partido. Cuando queréis comprender el problema del desempleo, de la miseria humana, no podéis tomar partido. Pero vuestros políticos desean que lo toméis. Si es que habéis de comprender el problema, no puede haber bandos, porque el problema no es asunto de opinión, no exige una ideología. Exige que lo consideréis claramente para comprender su contenido, y no podéis comprender el contenido de un problema si tenéis un tamiz ideológico entre vosotros y el problema. De un modo análogo, la oración sin conocimiento propio conduce a la ignorancia, a la ilusión. El conocimiento propio es meditación, y sin conocimiento propio no hay meditación. La meditación no consiste en fijar la mente en algún objeto; meditar es comprender `lo que es´ en la vida de relación. Entonces la mente no necesita que se la fuerce a estar quieta. Entonces la mente es en extremo sensible, y por lo tanto altamente receptiva. Pero el disciplinar la mente para que esté quieta destruye la sensibilidad.”

     J. Krishnamurti 


                

LA MEDITACIÓN NO ES ALGO SEPARADO DE LA VIDA

  DIÁLOGO
    Viernes 26 Septiembre 18 a 20 h.
Metro Santo Domingo        
    Contacto: angel2vv@hotmail.com

 “… La verdad, ¿es la continuación, el cultivo de la memoria? ¿O la verdad puede descubrirse sólo cuando la mente se halla por completo quieta, silenciosa? Cuando mi mente no está presa en los recuerdos, cuando no cultiva la memoria como el centro del reconocimiento, sino que está atenta a todo lo que digo, a todo lo que hago en mis relaciones, en mis actividades, viendo la verdad de todo tal como se manifiesta de instante en instante, ese es, por cierto, el camino de la meditación, ¿verdad? Hay comprensión tan sólo cuando la mente está quieta, y la mente no puede estar quieta mientras se desconoce a sí misma. Ese desconocimiento no se disipa mediante ninguna forma de disciplina, ni yendo en pos de ninguna autoridad, antigua o moderna. Las creencias sólo generan resistencia, aislamiento, y donde hay aislamiento no es posible que haya serenidad. La serenidad interna adviene únicamente cuando comprendo todo el proceso de mí mismo, las diversas entidades que componen el «yo» y están en conflicto la una con la otra. Como esta es una tarea ardua, recurrimos a otros para aprender distintos trucos, a los que llamamos «meditación». Los trucos de la mente no son la meditación. La meditación es el principio del conocimiento propio; sin meditación, no hay conocimiento propio.

   … Voy a investigar, paso a paso, qué es la meditación. Por favor, no espere hasta el final confiando en tener una descripción completa de cómo meditar. Lo que estamos haciendo ahora forma parte de la meditación. Y bien, lo que uno debe hacer es estar atento al pensador, no tratar de resolver la contradicción produciendo una integración entre el pensamiento y el pensador. El pensador es la entidad psicológica que ha acumulado experiencia como conocimiento; es el centro que nos ata al tiempo, y es el resultado de la siempre cambiante influencia ambiental; desde este centro el pensador mira, escucha, experimenta. En tanto uno no comprenda la estructura y anatomía de este centro, el conflicto es siempre inevitable, y una mente en conflicto no puede comprender la profundidad y belleza de la meditación.

   En la meditación no puede haber un pensador, lo cual implica que debe terminarse el pensamiento, el pensamiento urgido por el deseo de alcanzar un resultado. La meditación no tiene nada que ver con alcanzar un resultado. No es cuestión de respirar de una manera especial o de mirarse la nariz o de despertar el poder de realizar ciertos trucos, y todo lo demás de ese inmaduro disparate. La meditación no es algo separado de la vida. Cuando usted conduce un auto, o se encuentra sentado en el autobús, cuando está charlando sin objeto, cuando camina a solas por el bosque o contempla una mariposa llevada por el viento..., si está pasivamente alerta a todo eso, ello forma parte de la meditación.

   … No sé si alguna vez ha considerado o examinado todo el proceso de la verbalización, el proceso de nombrar. Si lo ha hecho habrá encontrado que es una cosa interesante, sorprendente y muy estimulante. Cuando damos un nombre a cualquier cosa que experimentamos, vemos o sentimos, la palabra se vuelve extraordinariamente significativa, y la palabra es tiempo. El tiempo es espacio, y la palabra es el centro de ello. Todo pensar es verbalización, pensamos en palabras. ¿Puede la mente liberarse de la palabra? No diga: ¿cómo he de liberarme?

   Eso no tiene sentido. Formúlese esa pregunta a sí mismo y vea cuán esclavos son ustedes de palabras tales como India, Gita, comunismo, cristiano, ruso, estadounidense, inglés, la casta inferior y la casta superior a la de uno. La palabra amor, la palabra Dios, la palabra meditación; qué significado extraordinario hemos dado a estas palabras y cuán esclavos somos de ellas.

   … El pensamiento existe sólo en palabras o en imágenes. La meditación exige la más extraordinaria de las disciplinas, no la disciplina de la represión y el ajuste, sino esa que surge cuando uno observa su pensar, cuando hay una observación del pensamiento. Esa observación misma trae su propia disciplina, una disciplina extraordinaria, sutil, que es absolutamente necesaria.

   Señor, usted puede hacerlo en cualquier momento. Puede hacerlo cuando está sentado en un autobús; o sea, que puede prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa a su alrededor y a lo que ocurre dentro de usted, puede estar alerta a todo ese movimiento. Vea, la meditación es en realidad una forma de vaciar la mente de todo lo conocido. Sin esto, usted no puede dar con lo desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que vaciarse de todo el pasado. La Verdad, o Dios, o cualquier nombre que uno quiera darle, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda, del condicionamiento. El cristiano está condicionado por dos mil años de propaganda, el hindú, el budista, están igualmente condicionados. De modo que para ellos Dios o la Verdad es el resultado de la propaganda. Pero eso no es la Verdad. La Verdad es algo que vive día a día. Por lo tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la Verdad.

   … La persecución de su propia realización en el tiempo, es lo que impide la generosidad de la mente. Y uno necesita tener una mente generosa; no sólo una mente amplia, llena de espacio, sino también un corazón que se entregue sin pensarlo, sin un motivo, y que no busque ninguna recompensa a cambio. Pero ese dar, por poco o mucho que uno tenga, esa condición de espontaneidad expansiva sin restricción alguna, sin retener nada, es indispensable. No puede haber meditación sin generosidad, sin bondad, lo cual implica estar libre de orgullo, no trepar jamás la escalera del éxito, no saber nunca qué es ser famoso. Es morir para todo lo que uno ha logrado, morir en cada minuto del día. Sólo en un suelo así de fértil puede crecer y florecer la bondad. Y la meditación es el florecimiento de la bondad.

   … En la meditación, la imaginación no tiene cabida; es necesario dejarla completamente a un lado, porque la mente que se encuentra atrapada en la imaginación puede producir solamente ilusiones. La mente debe ser clara, sin movimiento; y es a la luz de esa claridad donde se revela lo eterno.”

    J. Krishnamurti 



EL AMOR ES LA VERDAD Y LA MEDITACIÓN ES EL DESCUBRIMIENTO DE LA BELLEZA DE ESTA VERDAD

    “… ¿Qué relación tiene la belleza con una mente religiosa? Podrían preguntarse por qué todas las tradiciones y los rituales religiosos nunca se han referido a la belleza, pero la comprensión de la belleza forma parte de la meditación, no la belleza de una mujer, de un hombre o la belleza de un rostro, que poseen su propia belleza, sino la belleza en sí, la verdadera esencia de la belleza. La mayoría de los monjes, los sanyasis, y las así llamadas personas con inclinaciones religiosas son por completo indiferentes a la belleza, y se vuelven insensibles hacia todo cuanto les rodea.

   Sucedió en cierta ocasión cuando estábamos en el Himalaya con unos amigos. Frente a nosotros había un grupo de sanyasis que descendían por un sendero mientras cantaban; en ningún momento miraron a los árboles, jamás una mirada a la belleza de la Tierra, a la belleza del cielo azul, a los pájaros, a las flores, al fluir de las aguas, solo estaban interesados en su propia salvación, en su propio entretenimiento; y esa costumbre, esa tradición, ha seguido así desde hace miles de años. Un hombre que se supone religioso debe rehuir, dejar de lado toda belleza, pero entonces su vida se vuelve insulsa, sin ningún sentido estético. Sin embargo, la belleza es uno de los deleites de la verdad.

   Cuando vemos una montaña maravillosa con la cumbre cubierta de nieve perfilándose en el cielo azul, y los valles profundos sombreados, esa grandiosidad y esa majestuosidad nos absorben por completo, por un momento estamos absolutamente en silencio porque su majestuosidad nos sobrecoge, nos olvidamos de nosotros mismos.

   … Como dijimos, la vida religiosa implica el no devenir, el no llegar a ser algo internamente, pero tenemos que ir mucho más a fondo que eso. La meditación es el cese de toda medida. Investigaré eso, qué es la meditación, no cómo meditar. Cuando ustedes plantean el ‘cómo’, cuando usan esa palabra ‘cómo’, ello quiere decir: “deme un sistema, por favor, dígame lo que debo hacer, muéstreme el sendero”. Si uno puede erradicar por completo de su mente esa palabra ‘cómo’ y después mirar, ¿qué es, entonces, la meditación? Los sistemas, métodos, las prácticas, ciertas formas de disciplina, el respirar correctamente, profundamente, etc., todo eso no es meditación. Es un trueque, una plaza de mercado donde el gurú les vende algo y ustedes lo practican.

   … Todo el sentido de la meditación es no seguir el sendero que el pensamiento ha trazado hacia lo que considera que es la verdad, la iluminación o la realidad. No hay sendero hacia la verdad. El seguir cualquier sendero conduce hacia lo que el pensamiento ya ha formulado y que, por placentero o satisfactorio que sea, no es la verdad. Es una idea falsa pensar que un sistema de meditación, la práctica constante de ese sistema en determinados momentos de nuestra vida cotidiana o su repetición durante el día, traerá consigo claridad o comprensión. La meditación está mucho más allá de todo esto y, como el amor, no puede ser cultivada por el pensamiento. En tanto exista el pensador para meditar, la meditación es meramente una parte de ese aislamiento propio que es el movimiento corriente de nuestra vida cotidiana.

   El amor es meditación. El amor no es un recuerdo, una imagen sustentada como placer por el pensamiento, ni es la imagen romántica que fabrica la sensualidad; es algo que está más allá de todos los sentidos y más allá de las presiones económicas y sociales de nuestra vida. La realización inmediata de este amor que no tiene raíces en el ayer, es meditación; porque el amor es la verdad y la meditación es el descubrimiento de la belleza de esta verdad. El pensamiento no puede descubrir esto. Nunca puede decir: “he descubierto” o “he capturado ese amor que es del cielo”.

   … No existe sendero para el descubrimiento de la verdad. Cuando usted quiere descubrir algo nuevo, cuando está experimentando con cualquier cosa, su mente ha de hallarse muy quieta, ¿no es así? Si su mente está llena, atestada de hechos, de conocimientos, estos actúan como un obstáculo para lo nuevo; la dificultad para la mayoría de nosotros es que la mente se ha vuelto tan importante, tan predominantemente significativa, que interfiere todo el tiempo con cualquier cosa que pueda ser nueva, que pueda existir simultáneamente con lo conocido. Este conocimiento y el aprendizaje son obstáculos para quienes quieren buscar, para quienes desean tratar de comprender aquello que es intemporal.

… La mente, por lo tanto, se vuelve sumamente serena, está tranquila. No es aquietada, no se ve compelida a estarse quieta por temor o por recompensa. Reina entonces un silencio en el que la realidad se manifiesta. Pero ese silencio no es silencio cristiano, hindú o budista. Ese silencio es silencio, sin calificativo. Por lo tanto, si siguen el sendero del silencio cristiano, hindú o budista, jamás estarán en silencio. En consecuencia, alguien que quiera encontrar la realidad debe abandonar completamente su condicionamiento, ya sea cristiano, hindú, budista o de cualquier otro grupo. Limitarse a fortalecer el condicionamiento mediante la meditación y el conformismo produce estancamiento y torpeza mentales; y no estoy del todo seguro de que no sea eso lo que queremos la mayoría de nosotros, porque es mucho más fácil crear un modelo y seguirlo. En cambio, librarse del condicionamiento exige constante vigilancia en la relación.

   Una vez que ese silencio existe, entonces hay un estado creativo extraordinario, lo que no significa que uno tenga que escribir poemas o pintar cuadros, eso podrá o no hacerse. Pero ese silencio no ha de ser buscado, copiado o imitado; en tal caso deja de ser silencio. No se puede llegar a él por sendero alguno. Sólo se produce cuando se comprenden las modalidades del yo, y este, con todas sus actividades y fechorías, deja de existir.

   Es decir, hay creación cuando la mente deja de crear. La mente, por lo tanto, debe volverse sencilla, debe aquietarse. Debe estar en silencio, si bien el término «debe» es erróneo, pues decir que la mente debe estar en silencio implica coacción. Y la mente solo está callada cuando todo el movimiento del yo se ha detenido. Cuando todas las modalidades del yo han sido entendidas, y por consiguiente han cesado las actividades del yo, sólo entonces hay silencio. Ese silencio es verdadera meditación y, en ese silencio, lo eterno se manifiesta.”

    Krishnamurti



EL CONTENIDO DE NUESTRA CONCIENCIA ES EL MOVIMIENTO DEL PENSAR, MOVIMIENTO EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO

   “… Cuando prestamos atención completa a un insulto, no hay insulto. O si viene alguien y dice: “qué persona maravillosa es usted”, y prestamos atención, ello no produce efecto alguno. El movimiento del temor es pensamiento en el tiempo y el espacio. Eso es un hecho. No es algo descrito por quien les habla. Si lo han observado por sí mismos, entonces es un hecho absoluto, no pueden escapar de él. Uno no puede escapar de un hecho, está siempre ahí. Puede tratar de eludirlo, de reprimirlo, puede intentar toda clase de escapes, pero eso está siempre ahí. Si ustedes prestan atención completa al hecho de que el temor es el movimiento del pensar, entonces el temor no existe psicológicamente. El contenido de nuestra conciencia es el movimiento del pensar, movimiento en el tiempo y el espacio. Tanto si ese pensar es muy limitado, como si es amplio y extensivo, permanece siendo siempre un movimiento en el tiempo y el espacio.

   … Me responderéis, sin duda, que tomará demasiado tiempo la transformación de cada uno de vosotros y el convencer a todos vuestros semejantes en el mismo sentido; que la sociedad no está preparada para recibir esta idea; que a los políticos no les interesa; que los dirigentes son incapaces de concebir un gobierno o Estado mundial sin soberanías separadas. Diréis probablemente que solo un proceso evolutivo producirá gradualmente el cambio necesario. Si le respondiese de ese modo a un padre cuyo hijo está destinado a morir en una nueva conflagración, y si él quiere realmente a su hijo, ¿creéis que hallaría alguna esperanza en este proceso evolutivo gradual? Lo que quiere es salvar a su hijo, y por eso pregunta cuál es el medio más seguro de terminar con todas las guerras. No podrá quedar satisfecho con vuestra teoría de la evolución gradual. ¿Esta teoría evolucionista de la paz progresiva es verdadera o la hemos inventado para racionalizar vuestra pereza, la tendencia egoísta de nuestro pensar-sentir? ¿No es acaso una teoría incompleta, y por lo tanto falsa?

   … De manera que el tiempo es el pasado, el presente y el futuro. El pasado consta de todos los recuerdos, las experiencias, el conocimiento, y lo que los seres humanos han logrado. Todo lo que permanece en el cerebro como memoria es el pasado. Así de simple. El pasado (los recuerdos, el conocimiento, las experiencias, las tendencias) está actuando ahora, por eso usted es el pasado. Y el futuro es lo que usted es ahora, tal vez, algo modificado. El futuro es el pasado modificado. Por favor, adviértalo, compréndalo. El pasado, que se modifica en el presente, es el futuro. Sin un cambio radical en el presente, mañana usted será lo mismo que es hoy. Así que el futuro es el ahora; no me refiero al futuro necesario para adquirir conocimientos, sino al futuro psicológico. Así, la psique, el «yo», el ego, son el pasado, son memoria. Y esa memoria se modifica a sí misma en el ahora, y así sigue. Por tanto, el futuro y el pasado están en el presente. Todo tiempo (el pasado, el presente y el futuro) es una continuidad del ahora. Esto no es complicado, sino que es lógico. Si ahora no cambian, es decir, en este instante, el futuro será lo que son ahora, lo que han sido. Y bien, ¿es posible cambiar radical, fundamentalmente ahora? No en el futuro.

   … Quiero aprender; ¿es posible aprender todo el tiempo? Y bien, cuando pregunta eso, ya lo ha hecho difícil para usted mismo. ¿Correcto? «¿Puedo aprender todo el tiempo?». Es imposible. Ya lo ve, al formular una pregunta así, usted mismo se está impidiendo aprender. Mire, señor, no me interesa si voy a aprender todo el tiempo. Quiero descubrir. Lo que me interesa es, ¿estoy aprendiendo? Si estoy aprendiendo, no me preocupa si eso ocurre o no todo el tiempo, no hago de ello un problema. Cuando usted dice: «Dios mío, ¿cómo voy a prestar atención completa todo el tiempo?», eso es imposible. Pero si dice, «mire, estoy aprendiendo», no le interesa si va a aprender todo el día y toda la noche, está aprendiendo. Una mente que está aprendiendo jamás formula esa pregunta. Entonces esa pregunta no viene al caso. Si estoy aprendiendo, estoy aprendiendo todo el tiempo.

   … No comprendéis ni el presente ni el porvenir porque vuestra mente y corazón están atados por tradiciones y creencias, por los sagrados libros del pasado, por las densas sombras de los templos, por el recuerdo de los dioses. El tiempo, tal como el hombre lo comprende, os separa de vuestra meta. Por lo tanto, para emular el tiempo, debéis vivir ahora de tal modo que dominéis el futuro y lo convirtáis en presente.

   … En la meditación tenemos que descubrir también si hay algo o si no hay nada que sea eterno, intemporal. Lo cual implica: ¿puede la mente que ha sido cultivada en el área del tiempo, puede esa mente descubrir, ver o dar con esa cosa que existe de lo eterno a lo eterno? O sea, ¿puede la mente existir sin tiempo? Si bien el tiempo es necesario para ir de aquí hacia allá y todo lo demás, ¿puede esa mente, esa misma mente que opera en el tiempo yendo de aquí hacia allá, no psicológicamente sino físicamente, puede esa mente existir sin tiempo? Es decir, ¿puede la mente vivir sin el pasado, sin el presente, sin el futuro? ¿Puede la mente vivir en la nada absoluta? No se asusten de esa palabra. A causa de que la mente está vacía, tiene un espacio inmenso. ¿Han observado alguna vez su propia mente para ver si tienen allí algún espacio? Simplemente espacio, ustedes saben, un poco de espacio. ¿O todo está atestado? Atestado por sus preocupaciones, por su sexo o su falta de sexo, por sus ansiedades, sus pequeñeces..., atestado. ¿Cómo puede una mente semejante comprender o hallarse en ese estado del ser o tener ese espacio inmenso?

   La base de la meditación es la comprensión del pensamiento y del placer, con la moralidad de estos, y la disciplina que conforta. La dicha de la meditación radica fuera del tiempo y de la duración; está más allá de ambos y, por tanto, es inconmensurable. Su éxtasis no está en el ojo del espectador, ni es una experiencia del pensador. El pensamiento no puede tocarla con sus palabras y símbolos, ni con la confusión que él engendra; no es una palabra que pueda arraigar en el pensamiento y ser moldeada por él. Esta dicha emana del completo silencio.”

    J. Krishnamurti



VERNOS COMO SOMOS ES DAR ORIGEN A UN CAMBIO RADICAL EN NOSOTROS MISMOS

   “… La falta de conocimiento propio es el mayor ‘mal’ que existe. La ignorancia impide el recto pensar y pone principalmente el acento en las cosas que son secundarias; de este modo, la vida se convierte en una rutina vacía, torpe y mecánica de la cual procuramos escapar de diversas maneras, sumergiéndonos en el dogma, en la especulación, en la ilusión, etc., todo lo cual nada tiene que ver con el misticismo. Al tratar de comprender el mundo exterior, uno llega al mundo interno, y ese mundo interno, cuando se aspira verdaderamente a él y se lo comprende correctamente, conduce a lo supremo. Esta realización no es fruto de ningún escape. Sólo esta realización traerá orden y paz al mundo.

   El mundo se debate en el caos porque hemos perseguido valores falsos. Hemos dado importancia a la sensualidad, a lo mundano, a la fama e inmortalidad personal, todo lo cual genera conflicto y dolor. El verdadero valor se encuentra en el recto pensar; no hay recto pensar sin conocimiento propio, y el conocimiento propio llega con el estado de percepción alerta respecto de nosotros mismos.

   … Sugerí el otro día que, a fin de comprendernos a nosotros mismos, debemos tornarnos alerta y que, para poder estudiarnos, es preciso que el propio pensamiento-sentimiento aminore su ritmo. Si usted se da cuenta de su propio pensar y sentir, percibirá cuán rápido es un pensamiento-sentimiento inconexo siguiendo a otro, errante, distraído, y que resulta imposible observar, examinar semejante confusión.

   A fin de introducir orden y, por lo tanto, claridad, sugerí que anotaran cada pensamiento-sentimiento. Este vertiginoso mecanismo debe aminorar su propio ritmo para que pueda ser observado, de modo que al anotar cada pensamiento-sentimiento puede servir de ayuda. Tal como en cámara lenta uno puede ver cada movimiento; así, al aminorar la rapidez de la mente, uno puede observar cada pensamiento, ya sea trivial o importante. El trivial conduce hacia el importante, de modo que no lo ignore por su insignificancia. Puesto que se encuentra ahí, es una indicación de la trivialidad de la mente, y el hecho de ignorarlo no hace que la mente sea menos trivial, menos estúpida. Ignorarlo contribuye a que la mente siga siendo pequeña, estrecha; pero darse cuenta de él, comprenderlo, conduce a grandes riquezas internas.

   … En las distintas pláticas que ha dado el que habla, este ha empleado la palabra percepción directa (insight). Es decir, ver en el interior de las cosas, de todo el movimiento del pensamiento; por ejemplo, de todo el movimiento de los celos, percibir la naturaleza de la codicia, ver todo el contenido del sufrimiento. Esto no es análisis, ni ejercitar la capacidad intelectual, ni es el resultado del conocimiento; el conocimiento que es lo que ha sido acumulado en el pasado como experiencia, almacenado en el cerebro. El conocimiento siempre va acompañado de ignorancia; no hay conocimiento completo y, por lo tanto, conocimiento e ignorancia van siempre juntos, como dos caballos atados con una cuerda.

   … Para mí sólo hay percepción, la cual consiste en ver algo, instantáneamente, como falso o verdadero. Esta percepción instantánea de lo falso y lo verdadero es el factor esencial, no así el intelecto, basado en su habilidad, su conocimiento, sus compromisos. A veces debe haberle sucedido que ha visto la verdad de algo instantáneamente, tal como la verdad de que uno no puede pertenecer a nada. Eso es la percepción, ver la verdad de algo instantáneamente, sin análisis, sin razonamientos, sin todas las cosas que el intelecto crea con el fin de posponer la percepción. Esta es por completo diferente de la intuición, palabra que usamos con mucha soltura y facilidad...

   … Para escuchar con vitalidad, mi mente debe estar en silencio, ¿no es así? Si estoy charlando, si me distraigo mirando a alguien, si comparo lo que usted dice con lo que yo sé, mi mente no está en silencio. Es solo cuando mi mente está silenciosa y escucha por completo, cuando surge la comprensión de la verdad. Eso es compartir, de otro modo no podemos compartir. No podemos compartir las palabras, sólo podemos compartir la verdad de algo. Usted y yo podemos ver la verdad de algo sólo cuando la mente está por completo entregada a la observación.

    … Lo que tiene importancia para un hombre religioso no es repetir aquello que ha aprendido de los libros, ni de las experiencias que ha proyectado su condicionamiento, sino la necesidad de comprenderse a sí mismo sin ningún engaño, sin ninguna tergiversación o distorsión; ver en sí mismo las cosas tal como son. Es una tarea muy ardua ver las cosas como realmente son; no sé si alguna vez lo han hecho, no sé si han observado cualquier cosa sin colorearla, sin tergiversarla, sin nombrarla. Les sugiero que, para variar, observen eso que llaman ‘codicia’ o ‘envidia’, y vean lo difícil que es hacerlo, porque la propia palabra codicia o envidia tiene una carga condenatoria. Puede que uno sea codicioso, ambicioso, pero mirar simplemente la ambición, la sensación, el sentimiento, sin condenarlo, requiere como verán una capacidad extraordinaria. Todo esto forma parte del conocimiento propio, y sin conocerse uno mismo, haga uno lo que haga, ya sea reformar, promover cualquier clase de revolución o tener superlíderes, superpositivos, nunca creará un mundo donde el individuo se desarrolle como un ser humano total, y pueda así cambiar la sociedad.

   … Somos incapaces de vernos de una forma profunda, dejando al margen nuestra vivencia condicionada desde la imagen, para descubrir nuevas realidades, y entre ellas la realidad auténtica de lo que somos. No vemos porque la mente no puede ver, porque está obstaculizada por su propia confusión. No vemos porque nos miramos a nosotros mismos siempre condenando, comparando, evaluando. Por lo tanto, nunca nos vemos como somos. Vernos como somos es dar origen a un cambio radical en nosotros mismos.

   … Espero pues, que no os molestará que siga repitiendo que es muy difícil aprender el arte de escuchar, es tan difícil como ver. Y tanto el ver como el escuchar son necesarios.”

    J. Krishnamurti





SI HAN ACUMULADO MUCHOS CONOCIMIENTOS DE LOS LIBROS Y SU MENTE ESTÁ LLENA, TODO ESO LES IMPIDE MIRAR

   “… La mente sólo puede aprender cuando renuncia; es decir, cuando se despoja constantemente de lo que está aprendiendo. Si el aprender es meramente acumulativo, entonces no existe el aprender. Os ruego veáis este hecho. Mientras la mente esté acumulando, acopiando, ¿cómo podrá aprender si lo que aprende siempre será interpretado de acuerdo con lo que ya ha acumulado? Donde hay acumulación nunca puede haber el movimiento del aprender, porque es únicamente cuando la mente está libre para explorar, que puede aprender. Si la mente ve en realidad este hecho, no por la argumentación, verbal o intelectualmente, como se dice, sino honda y verdaderamente, entonces una mente así es capaz de encontrar aquello que puede llamarse bienaventuranza, verdad, Dios o como queráis. Me parece pues, muy importante que comprendáis desde el principio mismo de estas pláticas que no os estoy enseñando nada, pues de lo contrario estaremos moviéndonos en opuestas direcciones. No sé literalmente nada, excepto cosas tales como conducir un coche, escribir cartas, etc. Hallándose pues, en un estado de no saber, la mente es capaz de investigación completa. Una mente que sabe no puede investigar, y sólo una mente que está libre de lo conocido puede hallar lo desconocido.

   … Debemos aprender a ver las cosas como realmente son, no como estamos programados a verlas. Observen la diferencia. ¿Podemos liberarnos de nuestra programación y mirar? Si miramos como cristianos, demócratas, comunistas, socialistas, católicos o protestantes, todos son prejuicios, en ese caso no es posible comprender el enorme peligro, la crisis que estamos afrontando. Si pertenecen a algún grupo, si siguen a algún gurú o están comprometidos con alguna clase de acción, entonces, como están programados, serán incapaces de mirar las cosas tal como realmente son. Tan solo si no pertenecen a ninguna organización, a ningún grupo, a ninguna religión ni nacionalidad en particular, pueden verdaderamente observar.

   Si han acumulado muchos conocimientos de los libros y de experiencias su mente está llena, su cerebro está sobrecargado con las experiencias, con sus tendencias particulares, etc., y todo eso les impide mirar. ¿Podemos liberarnos de todo eso para mirar lo que de verdad está sucediendo en el mundo? El terror y las terribles divisiones sectarias de las religiones, un gurú oponiéndose a otro gurú absurdo, y detrás de todo esto está la vanidad, el poder, la posición, la opulencia de estos gurús, es espantoso.

   ¿Puede uno mirarse a sí mismo, no como un ser humano separado, sino como un ser humano que es, de hecho, el resto de la humanidad? Si tiene ese sentimiento significa que siente un tremendo amor por los seres humanos. 

   … Ideologías que son invenciones del pensamiento, condicionadas por la cultura en la que se han desarrollado. Ahora bien, ¿puede uno observar esto en su vida diaria? En esa observación descubrirá cuál es su comportamiento, tanto si está basado en el principio de la recompensa y el castigo, como sucede con la mayoría de nuestros comportamientos, por muy refinados que parezcan. A partir de esa observación uno empieza a aprender lo que es la verdadera inteligencia, no la inteligencia conseguida a través de los libros o de la experiencia, porque esa no es inteligencia de ninguna manera. La inteligencia nada tiene que ver con el pensamiento. La inteligencia actúa cuando la mente ve la totalidad, una totalidad sin límites, no mi país, mis problemas, mis ídolos, mis meditaciones, o el afirmar que esto está bien y aquello está mal. La inteligencia ve todas las implicaciones de la vida y esa cualidad posee su propia e inmensa energía.

   … La verdad del "no saber" es el único factor a partir del cual uno puede moverse. Esa verdad es lo estable. Una mente que no sabe se encuentra en un estado de aprender. Tan pronto digo que he aprendido, he dejado de aprender, y ese dejar de aprender es la estabilidad de la división. De modo que no sé. La verdad es que yo no sé. Eso es todo. Y eso le da a uno la cualidad del aprender. La estabilidad se encuentra en el "estoy aprendiendo", no en el "he aprendido". Vea lo que eso le hace a la mente, la libera por completo de sus cargas, y eso es libertad, la libertad del no saber. Vea la belleza de ello, no saber y, en consecuencia, libertad.

   … Usted ve, siente que el enseñar y el aprender son ambos lo mismo. ¿Qué es lo que aquí tiene lugar? Yo no le estoy enseñando, no soy su maestro o autoridad. Simplemente exploro y le comunico mi exploración. Usted puede tomarlo o dejarlo. La posición es la misma con respecto a los estudiantes.

   … Aun cuando quien les habla pueda explorar para ustedes, son ustedes los que deben aprender, y esto significa que están explorando con él. Por consiguiente, el aprender es siempre aprender juntos; o sea, es un proceso de relación. Les ruego que comprendan la belleza de esto. Ustedes no pueden aprender solos. El aprender está en el hacer, en el actuar, y el actuar existe en la relación, no en el aislarse para examinar, analizar y así aprender. El aprender es un acto de relación y la relación es vida. Y la vida es este extraordinario movimiento de la existencia cotidiana. Encontrar una manera de vivir, en la que no haya conflicto alguno, es el más grande de los descubrimientos y la más admirable manera de vivir.

   … Para aprender acerca de nosotros mismos, para conocernos, debemos observarnos con un sentido de frescura, de libertad. Uno no puede aprender acerca de sí mismo si meramente aplica a ello conocimientos; o sea, si se mira en términos de lo que ha aprendido de algún instructor, de algún libro o de su propia experiencia.”

     J. Krishnamurti



SÓLO CONOCERÁ LA VERDAD AQUEL QUE NO BUSCA, QUE NO LUCHA, QUE NO TRATA DE ALCANZAR UN RESULTADO

   “… Casi todas las personas que creen estar buscando la verdad, ya han dispuesto sus mentes para recibirla, estudiando las descripciones de aquello que están buscando. Cuando uno examina las religiones y las filosofías, encuentra que todas han tratado de describir la realidad; trataron de describir la verdad para su propio gobierno. Ahora yo no voy a tratar de describir lo que para mí es la verdad, porque eso sería un intento imposible. Uno no puede describir ni comunicar a otro la plenitud de una experiencia. Cada cual debe vivirla por sí mismo.

   … Una mente que desea comprender la verdad debe estar libre de estas tres ilusiones: de la creencia organizada con su autoridad y sus dogmas, de las ceremonias con su boato y su sensación, y de esas ilusiones que, creadas por la propia mente, van acompañadas de satisfacciones y de una destructiva felicidad. Cuando la mente se halla en verdad exenta de todo prejuicio, cuando no busca una recompensa ni cultiva una deidad ni espera la inmortalidad, entonces, en esa claridad de discernimiento, surge a la vida la realidad.

   … Así pues, no existen caminos hacia la verdad ni tampoco existen dos verdades. La verdad no pertenece al pasado ni al presente, es intemporal. El hombre que cita la verdad de Buda, de Shankara, de Cristo, o simplemente repite lo que digo, no encontrará la verdad porque la repetición no es la verdad, la repetición es mentira. La verdad es un estado de ser que surge cuando la mente, que trata de dividir, de excluir, que solo es capaz de pensar en términos de resultados, de logros, deja de intervenir, únicamente entonces la verdad existe. La mente que se esfuerza, que se autodisciplina para alcanzar una meta, no puede conocer la verdad porque esa meta es su propia proyección, y perseguir esa proyección, por más noble que sea, es una forma de culto a sí misma. Una mente que se rinde culto a sí misma no puede conocer la verdad.

   … La verdad sólo puede conocerse cuando uno comprende el proceso completo de la mente, es decir, cuando no hay conflicto. La verdad es un hecho, y el hecho sólo puede comprenderse cuando se han eliminado las diferentes interferencias entre el hecho y la mente. El hecho es la relación de uno con la propiedad, su esposa, los seres humanos, la naturaleza, las ideas, y mientras uno no comprenda el hecho de la relación, la búsqueda de Dios solo incrementará la confusión porque es una sustitución, una forma de evasión y, por consiguiente, no tiene ningún valor.

    … La virtud es un estado de libertad, de orden, que el mal no puede alcanzar; comprender el mal es ser virtuoso. El hombre que construye iglesias o templos en nombre de Dios con el dinero que ha recaudado por medio de la explotación, del engaño, del repugnante y astuto juego, no conocerá la verdad; puede que tenga dulces palabras, pero su lengua tiene el sabor amargo de la explotación, el sabor del sufrimiento. Sólo conocerá la verdad aquel que no busca, que no lucha, que no trata de alcanzar un resultado. La mente en sí misma es un resultado y cualquier cosa que produzca sigue siendo un resultado, pero sólo el hombre que se siente en paz con "lo que es" conocerá la verdad. "Sentirse en paz" no significa que esté satisfecho con el statu quo, con mantener las cosas tal como están; estar en paz no es eso, es ver un hecho tal como es y estar libre de él. Eso es virtud.

   … La verdad no tiene continuidad, no tiene morada, sólo puede verse de momento a momento, siempre es nueva y, por tanto, intemporal. La verdad de ayer no es la verdad de hoy, la verdad de hoy no será la verdad de mañana; la verdad no tiene continuidad. La mente es la que quiere hacer que esa experiencia a la que llama verdad tenga continuidad, pero una mente así no puede conocer la verdad. La verdad siempre es nueva, la verdad es ver la misma sonrisa, la misma persona, y verlas como si fuera la primera vez, ver estas palmeras meciéndose como por primera vez. La verdad es contactar con la vida por primera vez.

   … La verdad no se puede conseguir por medio de libros, devoción o sacrificio, sólo se conoce cuando la mente es libre, cuando está en silencio; y esa libertad, esa quietud de la mente únicamente aflora cuando se comprenden los hechos en la relación. Sin comprender nuestras relaciones, hagamos lo que hagamos, la mente solo creará más problemas. Pero cuando la mente está libre de todas sus proyecciones, existe un estado de quietud en el cual los problemas cesan, y solo entonces se manifiesta lo intemporal, lo eterno. La verdad no es una cuestión de conocimiento, no es algo para ser recordado, no es algo que pueda repetirse, que pueda copiarse o divulgarse. La verdad es "aquello que es", no tiene nombre y, por tanto, la mente no puede alcanzarla.

   … Nosotros no escuchamos. Hay demasiados ruidos alrededor nuestro; en nuestro interior hay demasiado hablar, muchas interrogaciones, demandas, demasiados impulsos, apremios. Tenemos tantas cosas y nunca escuchamos a ninguna de ellas completamente, totalmente, hasta el final. Si tuvierais la amabilidad de escuchar así, veríais que, a pesar de vos mismo, esa mutación, ese vacío, esa transformación, la percepción de lo que es verdadero, viene a existir.

   … Así que, si podéis escuchar gozosamente, sin esfuerzo, entonces tal vez en el silencio quieto, profundo, sabréis lo que es la verdad, y solamente esa verdad os libera y ninguna otra cosa. Es por eso por lo que debéis erguiros completamente solos. No podéis escuchar a través de otro, no podéis ver con los ojos de otro, no podéis pensar con los pensamientos de los demás. Pero, sin embargo, escucháis a través de otro, veis a través de las actividades, a través de los santos, el dictado de otros. De modo que, si podéis apartar todas estas cosas secundarias, las actividades de otros, y ser sencillo, quieto, y escuchar, entonces encontraréis.

   … Debes conocer por ti mismo, directamente, la verdad acerca de ti; no puedes captarla a través de otra persona por muy grande que esta sea. No existe autoridad alguna que te lo pueda revelar.

   … Conócete a ti mismo, y una vez que te conozcas podrás tratar los problemas cotidianos. El conocimiento de sí mismo trae consigo tranquilidad para la mente, y sólo en ese estado puede hacerse presente la verdad.” 

    J. Krishnamurti



LO NECESARIO ES UNA REVOLUCIÓN TOTAL EN NUESTRO PENSAR

   “… A causa de que ustedes se aferran a sus creencias particulares, dicen que su camino es el único camino, que es mejor que todos los otros caminos. Pero yo digo que no hay camino que conduzca hacia la verdad. Solo cuando estemos libres de esta idea de los senderos, que no son sino ilusiones temperamentales, comenzaremos a pensar de manera inteligente y creativa.

   … Ahora bien, yo no ataco a la sociedad de ustedes. Han sido bastante amables al invitarme a hablar aquí, y no estoy abusando de esa amabilidad. La sociedad de ustedes es como miles de otras sociedades en todo el mundo, cada una sosteniendo sus propias creencias, cada una pensando: “el nuestro es el mejor camino, nuestra creencia es verdadera y las otras creencias están equivocadas”. En tiempos antiguos, a las personas cuyas creencias diferían de la ortodoxia aceptada, se las quemaba o torturaba. Hoy nos hemos vuelto lo que llamamos tolerantes, o sea, nos hemos intelectualizado. Eso es lo que viene a ser la tolerancia.

   … Las reformas, aunque sean necesarias, no son de mucha importancia si no se considera la totalidad del hombre. El cortar unas cuantas ramas muertas no hace sanar el árbol si las raíces están enfermas. Las meras reformas siempre necesitan más reformas. Lo necesario es una revolución total en nuestro pensar. Pero la mayoría de nosotros no somos capaces de semejante revolución, y el cambio fundamental tiene que producirse gradualmente, por los procesos evolutivos. Nuestra aspiración es ayudar en este cambio gradual, y hemos dedicado nuestras vidas al servicio del hombre. ¿No deberíais ser más tolerante de las debilidades humanas?

   La tolerancia no es compasión, es una cosa creada por la astucia de la mente. La tolerancia es la reacción de la intolerancia; pero ni el tolerante ni el intolerante serán nunca compasivos. Sin amor, toda la llamada buena acción sólo puede conducir a mayor daño y desdicha. Una mente ambiciosa, que busca poder, no conoce el amor, y nunca será compasiva. El amor no es reforma, sino acción total.

   … No puede haber acuerdo entre un objetivo falso y uno verdadero. Puede haberlo entre dos objetivos falsos. Al tratar de producir un acuerdo entre lo falso y lo verdadero, intentamos desarrollar lo que se denomina tolerancia, con sus numerosas pretensiones falsas. Sólo puede haber verdadero acuerdo cuando los objetivos son inteligentes y genuinos. Cuando dos individuos perciben la ilusión fundamental de la seguridad, hay acuerdo, cooperación. Pero si uno de ellos comprende la crueldad de la seguridad adquisitiva y el otro no, entonces hay conflicto y, para superar esta fricción, desarrollamos la falsa virtud de la tolerancia, pero esto no quiere decir que aquel que comprende es intolerante.

   … Además, estamos tan atrincherados en el prejuicio, en la tradición, con sus creencias y dogmas especiales, que repetimos dogmáticamente, sin dificultad alguna, que existen muchos senderos hacia la verdad. Para inducir tolerancia entre las múltiples divisiones que ocasiona el pensamiento antagónico y condicionado, los dirigentes de los intereses organizados tratan de disimular, mediante frases importantes, la brutalidad de la división. La afirmación misma de que existen senderos hacia la verdad, es la negación de la verdad. ¿Cómo puede alguien indicar un sendero hacia la verdad, si esta no tiene morada, no puede ser medida y no puede buscarse? Lo que se halla fijo está muerto, y hacia eso puede haber senderos. La ignorancia crea la ilusión de muchos caminos y métodos.

   … Ahora bien: ¿qué entendemos por prejuicio? ¿Cuándo está uno libre de prejuicios? ¿Cómo se origina el prejuicio? Una de sus fuentes, evidentemente, es eso que se llama ‘educación’. Los libros de historia están llenos de prejuicios. Toda literatura religiosa está llena de ellos, de creencias inculcadas; y esas creencias, que se crean y se elaboran desde la infancia, conviértense en prejuicios. “Vosotros sois esto y yo soy aquello; vosotros protestantes y yo hindú”. De ahí que mi creencia y la vuestra entren en conflicto. Tratáis de catequizarme, de convertirme, y luego yo intento lo mismo. O bien somos ‘tolerantes’, vosotros mantenéis vuestra creencia y yo la mía, y procuramos ser amigos. En otros términos, yo vivo en mi fortaleza de prejuicios y vosotros en la vuestra, y mirando por encima de ellas tratamos de ser amigos, lo cual, aunque se denomine ‘tolerancia’, es en realidad intolerancia. Es realmente el modo más absurdo.

   … Si una declaración de fraternidad es más importante que el culto, es porque el culto ha perdido parte de su importancia a los propios ojos de sus pontífices. Este pretendido universalismo es a lo sumo una simple tolerancia. Ser tolerante, es apenas tolerar al vecino bajo ciertas condiciones. Toda tolerancia, así como la no violencia, es violencia. En verdad, en nuestra época, la religión, a medida en que es comunión verdadera del hombre con Aquello que le excede, no desempeña ningún papel en la marcha de los asuntos humanos. Las organizaciones religiosas, por el contrario, son instrumentos políticos y económicos.

 … Las religiones organizadas, con su autoridad temporal y espiritual, son igualmente incapaces de traer la paz al hombre, porque son también el resultado de nuestra ignorancia y de nuestro temor, de nuestros artificios y egoísmos.

  … Esto lo sabemos todos. Es posible que hayáis leído una o dos obras históricas y tengáis un conocimiento superficial de la historia. Estas son las causas obvias de la guerra: que una nación quiera ser superior a otra, que un grupo se sienta en inferioridad respecto de otro, que haya prejuicios de color, blancos, negros, trigueños, morados o lo que sea. ¿Cómo creéis que todo esto se produce? Lo que nosotros somos, evidentemente, eso proyectamos fuera de nosotros. El mundo es el resultado de nosotros, de nuestra propia proyección. Habrá guerra pues, mientras seáis nacionalistas, exclusivos en vuestras creencias, aunque seáis ‘tolerantes’. La tolerancia es cosa de la mente, inventada por gente sagaz; cuando amáis no “toleráis”. Sólo cuando vosotros y yo dejemos de estar ligados a castas o a clases; sólo cuando no estemos atados a ninguna forma de religión o creencia organizada, sea grande o pequeña; sólo cuando ya no seamos codiciosos de poder, de posición, de autoridad, de bienestar, sólo entonces habrá paz.”

    J. Krishnamurti