“… Para la mayoría, la
ambición parece ser la meta, el modo de vida; y cuando los empeños de esa
ambición se ven desbaratados hay frustración, hay dolor, lo cual conduce a una
serie de evasiones. Por cierto, esfuerzo implica fundamentalmente, no sólo
ambición de adelanto personal, sino también ambición de progreso social y
político; y si no logramos éxito en asuntos de este mundo, volvemos nuestra
ambición hacia los asuntos llamados espirituales. Si no llego a ser alguien en
este mundo deseo llegar a serlo en el otro, y eso se considera espiritual, más
digno, más significativo; pero la ambición en cualquier sentido, sea cual fuere
el nombre que le demos, sigue siendo ambición. La adquisición de capacidad, de
técnica y eficiencia, el deseo de poder para hacer el bien, del poder de
hablar, de escribir, de pensar claramente; el deseo de poder en cualquier forma
implica ambición, ¿no es así?
… Usted probablemente
haya escuchado todo esto sólo de forma verbal o intelectual, porque se dice
para sí: ¿Qué haría yo en la vida si no tuviera la menor ambición? Acabaría
siendo destruido por la sociedad. Me pregunto si realmente sería destruido por
la sociedad. En el momento en que comprende lo que es la sociedad y rechaza
toda la estructura sobre la que se basa; o sea, la ambición, la envidia, la
búsqueda del éxito, los dogmas, creencias y supersticiones religiosas, usted se
encuentra fuera de la sociedad y, por consiguiente, puede reflexionar de un
modo nuevo sobre todo el asunto, y tal vez entonces se acaben todos los
problemas. Pero usted probablemente haya escuchado sólo verbalmente y continúe
mañana con la misma rutina de siempre; leerá el Gita o la Biblia, acudirá a su
gurú o a un sacerdote y todo eso. Puede escuchar todo esto y aceptarlo
intelectual o verbalmente, pero su vida sigue orientada en dirección contraria,
por lo que usted no ha hecho más que crearse otro conflicto. De modo que es
mejor no escuchar en absoluto, porque usted ya tiene bastantes conflictos,
bastantes problemas y no necesita introducir uno más. Es muy agradable sentarse
y escuchar lo que se dice aquí, pero si no tiene ninguna relación con su vida
real es mejor que se tapen los oídos, pues si oyen la verdad y no la viven, su
vida se convierte en una confusión horrible, en el penoso desastre que ya es.
… Indague acerca de sí mismo. Usted está
buscando, dice que en esta vida le falta algo interiormente, no en el nivel
técnico o de tener un pequeño empleo o más dinero. ¿Qué es lo que estamos
buscando? Buscamos porque por dentro nos sentimos profundamente insatisfechos
con nuestra familia, con la sociedad, con la cultura, con nosotros mismos, y
queremos satisfacer, ir más allá de este descontento que nos corroe y destruye.
¿Y por qué estamos descontentos? Sé que el descontento puede ser satisfecho muy
fácilmente. Dele al joven que ha estado descontento, a un comunista o a un
revolucionario, un buen empleo y se olvidará por completo del asunto. Dele una
buena vivienda, un buen coche, un hermoso jardín, una buena posición, y verá
cómo desaparece el descontento. Si él puede alcanzar un éxito ideológico, ese
descontento también desaparece. Pero ustedes, aquellos que ya tienen empleo y
quieren conseguir uno mejor, nunca se preguntan por qué están descontentos.
Primero tenemos que comprender la causa primordial del descontento, antes de
que podamos examinar toda la estructura y significado del placer y, por lo
tanto, del sufrimiento.
… Como sabéis, todos queremos ser
terriblemente respetables, ¿no es así?, los jóvenes tanto como los viejos. La
respetabilidad significa reconocimiento por parte de la sociedad; y la sociedad
sólo reconoce a los que tienen éxito, a los que son importantes, a los famosos
e ignora a los demás. Adoramos pues, el éxito y la respetabilidad. Y cuando no
os preocupa que la sociedad os crea o no respetables, cuando no buscáis éxito,
no queréis llegar a ser alguien, entonces hay intensidad, lo que significa que
no hay miedo y que no hay conflicto, ni interna contradicción y, por consiguiente,
tenéis abundante energía para seguir el hecho hasta el fin mismo.
… ¿Quién es el yo que
le ofrece resistencia al miedo? ¿Comprenden, señores? Es decir, yo estoy
asustado; tengo miedo de lo que la gente pueda decir de mí, porque quiero ser
una persona muy respetable; quiero triunfar en el mundo; quiero tener renombre,
posición y autoridad. Así que una parte de mí está persiguiendo eso y por
dentro sé que cualquier cosa que haga conducirá a la frustración, que lo que
quiero hacer me obstaculizará. De modo que hay estos dos movimientos
funcionando en mi interior; el primero, la entidad que quiere alcanzar su
objetivo, convertirse en hombre de bien, tener éxito; y el otro, la entidad que
siempre está temiendo que acaso no vaya a conseguirlo.
… Hay organizaciones
para ayudar al hombre en el mundo físico, y están controladas por hombres que
en sí mismos tienen sus problemas y sus ambiciones y sus logros personales,
hombres que cultivan el éxito; pero eso parece ser casi inevitable, y esa clase
de cosas ha estado ocurriendo por miles y miles de años. Pero, ¿hay
instituciones para estudiar verdaderamente al hombre o para traer verdadera paz
al hombre? ¿Ayudan realmente al hombre los diversos sistemas basados en alguna
conclusión? Aparentemente todos los organizadores del mundo sienten lo que
hacen, pero ¿han ayudado verdaderamente al hombre a librarse de su dolor, de su
angustia, de su ansiedad y de todo el tormento de la existencia? ¿Puede un
agente externo, por exaltado que sea, por bien afirmado que se encuentre en
alguna ideacional tradición mística, puede en modo alguno cambiar al hombre?
… Aquel que realmente quiera descubrir lo
que es la verdad, lo que Dios es, no puede tener autoridad alguna, ya sea del
libro, del gobierno, de la imagen o del sacerdote; debe estar totalmente libre
de todo eso. Esto es muy difícil para la mayoría de nosotros, porque significa
estar inseguro, valerse completamente por sí solo, buscar, tantear, no estar
nunca satisfecho, nunca perseguir el éxito. Pero si experimentamos en serio con
esto, entonces creo que descubriremos que ya no se trata en absoluto de crear o
de seguir la autoridad, porque entra en funcionamiento otra cosa, lo cual no es
una mera afirmación verbal, sino un hecho real. El
hombre que incesantemente está cuestionando, que no tiene autoridad, que no
sigue ninguna tradición, ningún libro o maestro, se convierte en su propia luz.”
J. Krishnamurti
Audiotexto: