Quisiera compartir algo más sobre el encuentro de Segovia, aunque va más bien dirigido al grupo que se creó con Alfonso. Intento expresarme con franqueza y respeto, pensando que puedo ser subjetivo, y que estoy completamente abierto a escuchar otras opiniones con el fin de llegar a algo más real.
Era la primera vez que acudía a este encuentro. Desde el primer instante todo resultaba motivador, estimulante y me iba sorprendiendo. La dinámica y como se conducía, era agradable. Los pensamientos poco a poco se difuminaban y mi atención se concentraba de forma natural en lo importante.
Llegamos a la reunión del domingo. Desde un principio delicadamente dirigida con la colaboración de lo que se compartía y las preguntas que se planteaban.
Las imperfecciones se transformaban en perfectas en cada instante, hasta que parecía haber llegado a un momento muy especial. Alguien expresó que daba la impresión de estar rozando un momento casi mágico. Solo algunos pensamientos mantenían la distancia y había que alejarlos o imaginar la existencia de un fuego en el centro donde echarlos y se consumieran. Era latente, casi palpable la existencia de un momento de revelación creada por la energía del grupo, que se concentraba en ese instante.
Aún en este momento, casi puedo confundir entre sí os estoy imaginando aquí o si aún me encuentro ahí junto a vosotros.
Escucho como algunos habláis tratando de razonar o preguntaros la causa de no llegar a ese instante perfecto. Y como las preguntas de uno de los compañeros intenta motivar para indagar hacia adentro y encontrar la respuesta tras las sombras y llegar al otro lado para descubrir lo verdadero.
Eran preguntas directas y conscientes, y aunque no fueran dirigidas hacia mí, me puse nervioso y pedí a quien las hacía, que no siguiera preguntando.
Luego me sentí mal y pedí disculpas. Después abandoné la reunión entre sentimientos contradictorios de vergüenza y orgullo, que no me hacían sentir bien. Dicha imperfección se me quedó anclada y quisiera resolverla en este instante para que el tiempo la libere.
También he tenido la suerte de poder mantener la intensidad del instante tan especial creado, que supongo es lo que me ha permitido descubrir con claridad lo sucedido.
Mi reacción, solo fue una expresión de defensa ante reminiscencias del pasado. cuando esas preguntas de la infancia en que el profesor te preguntaba y te entraba una sensación de pánico si no sabías la respuesta, o esas, tan inquisitivas de los curas, con los que estuve varios años conviviendo, en que si decías la verdad eras castigado o pegado por ellos y si mentías sería Dios el encargado”, quien sabe después, cuántas veces a lo largo de la vida, me he engañado y no he sabido, ni podido mostrar abiertamente quien era, por estar escondido, detrás de esas inseguridades o miedos creados.
En este caso no supe comprender que las preguntas eran hechas con sabiduría y cariño, con el único fin de descubrir y expresar la verdad, no como en todos esos años en que aprendí a ocultarla por sentirme atacado. Aunque es curioso que a mí, a quien molestaban las preguntas, sea a uno de los que más se ha beneficiado.
Por eso amigo y amig@s, en este instante en que podría pedir disculpas sinceras desde mi corazón, el sentimiento que me acompaña, es el de un profundo agradecimiento, por cuanto viví en Segovia. Y que estupendo resultaría, si la reunión pudiera continuar a partir de este instante.
Gracias amigos,
Miguel